Una nueva edición (y ya van 36) de la carrera popular por excelencia en Valladolid. Es la prueba más antigua de cuantas se celebran en la ciudad, y siempre ha contado con una gran participación y ambiente.
Normalmente se celebraba el primer domingo de Mayo, pero este año la han adelantado una semana.
En principio, esta carrera no entraba en mis planes para esta temporada, no porque no me apeteciera, sino porque como ya comenté anteriormente, he decidido reducir el número de carreras a las que me inscribo (y debo decir que considero ese cambio muy positivo, tanto a nivel de entrenamientos como a nivel mental).
La idea es disputar una carrera al mes; dos como máximo, y, de este modo, buscar un mayor equilibrio entre mi afición y mi vida personal.
Además, me gusta tener que seleccionar en qué carreras voy a participar, y no inscribirme a todo lo que pille como el año pasado.
Retomando lo que comentaba antes, no tenía previsto correr nada entre la Media Maratón de Segovia y la Maratón de Vitoria del 10 de Mayo.
Sin embargo, mi novia y yo habíamos planificado pasar ese fin de semana en Valladolid y, al coincidir la celebración de esta carrera, decidimos inscribirnos y correr juntos para mejorar su marca del año pasado (58:57).
Y ya que estábamos, apunté casi a traición también a mi hermano.
El domingo amaneció jarreando agua, y las previsiones no eran nada alentadoras.
A 20 minutos del inicio de la carrera aun no estábamos cambiados, y no dejábamos de mirar por la ventana y dudar de si merecía la pena o no calarse por disputar esa carrera.
Al final, y a falta de 5 minutos (el tiempo justo que se tarda de mi casa a la salida), Sara y yo decidimos ir a correr y salimos a toda mecha para llegar a tiempo.
Mi hermano está aun sin vestir tirado en la cama.
Llegamos justo a tiempo para colocarnos en la Salida y a correr, aun con el sofocón del sprint que nos habíamos dado para llegar.
Parece que la lluvia ha reducido considerablemente el número de corredores respecto a pasadas ediciones, por lo que no tenemos problemas para coger nuestro ritmo.
El plan que habíamos acordado era que yo iría marcando el ritmo y ella me seguiría, para de este modo obligarse más que si fuera ella la que pusiera el ritmo. Y así lo hicimos.
La carrera se disputa sobre un recorrido de 10´5km que este año, como novedad, se hacía en sentido contrario al habitual. A mí personalmente me gustó la idea.
En el plano de novedades, señalar que este año la organización ha introducido varias mejoras que han dado a la carrera un aire renovado y más acorde al momento de auge que el running vive en la actualidad: dorsales con chip incorporado, camiseta técnica de aceptable calidad, avituallamiento líquido y sólido al final... Un esfuerzo que los corredores agradecemos mucho, y más teniendo en cuenta que hace apenas dos años te quitaban el dorsal al llegar y te daban una mini botella de agua y una camiseta-trapo de algodón.
Y el precio excelente: 5 euros.
El primer kilómetro lo pasamos a 5:40. El objetivo fundamental es bajar de 6min/km, pero siempre buscando como referencia el mejorar el tiempo del año pasado. A Sara se la ve muy bien. He corrido mucho con ella en los últimos meses y la conozco. La cosa marcha.
Poco a poco se va haciendo la selección de corredores, y cada uno vamos situándonos en el lugar que nos corresponde. Ya se puede correr con total comodidad y rodeado de gente que lleva ritmos parecidos al tuyo, lo cual siempre ayuda.
Acercándonos al kilómetro 3 de carrera, oigo que Sara saluda a alguien y habla con él. Pienso que será un antiguo compañero suyo y sigo a lo mío. Entonces, Sara me llama para que me vuelva y veo que con quien está hablando ¡¡es con mi hermano!!. Al final se ha animado, y dice que ha llagado 2 o 3 minutos tarde y que ha tenido que adelantar al coche escoba y a la ambulancia, jaja. Hablamos un ratillo y nos despedimos hasta la Meta.
El paso por el parque Rivera de Castilla es cuando Sara más sufre. Tengo que frenarme bastantes veces y ya no se la ve tan suelta como al principio.
Los últimos días ha estado bastante fastidiada y con las piernas muy cargadas por los esfuerzos de correr por terrenos más exigentes para la musculatura, y me empiezo a preocupar.
Sin embargo, al girar a la derecha y dirigirnos hacia el Campus Universitario, vuelven las buenas sensaciones y el ritmo al que avanzamos es muy bueno. Sara lleva muy buena cara e incluso vamos hablando en muchos tramos.
Ante este panorama, la propongo subir un punto el ritmo y tratar de alcanzar a una chica que nos saca unos metros. Y allá vamos.
No sólo supera a esa chica sino que cada vez va a más y adelantamos a otras 4 corredoras más. Vamos muy muy bien, y cada vez la meta está más cerca.
Sé que tenemos asegurado mejorar el tiempo de hace un año; queda saber por cuanto.
El último kilómetro ya se va haciendo largo y Sara aprieta los dientes para darlo todo. Desde la segunda mitad de la carrera no nos ha adelantado ninguna corredora, lo que da muestras de lo bien que está terminando la prueba.
Por fin llegamos al último giro. Allí veo a mi hermano con un gran amigo nuestro que se ha asomado a ver la carrera. Le digo a Sara que tire a tope y yo me desvío para darle un abrazo al Señor Agustín y reemprender la marcha para entrar junto a ella en un tiempo de 55:58, 3 minutos mejor que hace un año y con un ritmo medio de 5:20.
Estoy contentísimo por la carrera que ha hecho Sara. Dadas las circunstancias nada favorables con las que llegaba, el haber hecho su mejor carrera de siempre es una sorpresa inesperada y una alegría y satisfacción enormes.
Hoy ha corrido como nunca la había visto; controlando en todo momento la carrera, sabiendo sufrir en los momentos duros y tirando a tope en los kilómetros finales.
Ha sido todo un privilegio para mí el haber sido parte de este fantástico día de carrera.
Ahora ya sí que Vitoria está en el horizonte. Esta semana quitaré ya una sesión y la semana de la prueba un tappering en toda regla con el objetivo de llegar con las piernas frescas y tratar de bajar de 3:40.
A por el quinto!!!
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