Segunda media maratón de las tres que correré este mes de Marzo, y la que estaba marcada en rojo como intento de hacer marca.
Mis compañeros de club me avisaron de que no era un recorrido fácil, ya que la segunda mitad de la prueba presentaba varios tramos de subidas, pero ni mucho menos comparables a los de Segovia, Ávila o Salamanca.
Dado que la media que me queda este mes es la de Dueñas (no está homologada y no quiero vaciarme en una distancia "sospechosa" de ser la oficial) y la del mes de Abril es Segovia; Zamora sería la elegida.
Por si acaso, me guardé una bala en la recámara y trataré de aprovechar el pico de forma que se tiene tras una maratón en la Media Maratón del Cerrato el 22 de Mayo.
Por lo tanto, dos intentos para superar mi marca realizada en Palencia el pasado Noviembre.
Los ritmos de los entrenamientos y las sensaciones positivas de la media salmantina del domingo me hacían ser optimista. No sabía si podría hacer marca o no, pero tenía claro que sí me exigía un nuevo sub1:30 y que saldría a darlo todo.
Quería llegar a meta con la tranquilidad de no haberme guardado nada.
Tocaba sufrir, y mucho, pero estaba mentalmente preparado y motivado.
A este respecto destaco la reflexión que hizo un compañero de club al acabar la prueba, y destacaba que hoy en día las medias maratones estaban muy menospreciadas por los corredores. Con tanto maratón y ultra, las medias quedaban como meros entrenamientos de cara a esas grandes citas, y se olvidaba que correr una media maratón a tope es algo durísimo y un reto para cualquiera.
Creo que tiene toda la razón. Yo mismo las he tenido aparcadas en un segundo plano, cuando es una distancia espectacular, ya que mezcla el correr a ritmos rápidos con la necesidad de gestionar esfuerzos propia de las carreras de fondo.
Es una distancia que me encanta y con la que estoy disfrutando mucho, pero tengo claro que no voy a correr a tope más de dos por semestre, ya que el desgaste es altísimo.
Eso sí, creo que cualquiera que haya corrido un maratón (que no era el caso de mi compañero) sabe que no son pruebas comparables. Enfrentarte a los míticos 42.195m es lo máximo para cualquier corredor. Es más que correr, que un tiempo. Es una experiencia.
Esta Media Maratón de Zamora iba a contar con una notable participación de miembros del CAT Parquesol, club al que pertenezco, por lo que iba a ser mi primera carrera con mis nuevos compañeros.
Llegamos a Zamora con mucho tiempo para recoger el dorsal y estar tranquilos.
Hacía un día espléndido para correr (soleado y 7º- 8º), aunque soplaba un poco de aire que luego ganaría mucha presencia durante la carrera.
Tras un breve calentamiento por los alrededores de la Plaza Mayor, nos colocamos en la salida. El resto de compañeros no quieren agobios y se sitúan en posiciones más retrasadas, pero Gonzalo y yo íbamos a salir a darlo todo (él haría 1:21 entrando el 36 de la general y tercero de su categoría; y yo..., algo más modesto, jaja) y nos plantamos en primera fila al lado de los galgos.
Después de que el árbitro estuviera tocando las narices con la pistolita, disparando varias veces y en la última de ellas provocando que varios corredores arrancáramos a correr (y luego le recrimináramos tanta bobadita), por fin empieza la carrera.
Salgo a tope y no tengo ningún percance en el peligroso estrechamiento que hay a los pocos metros de la línea de salida.
Enseguida se toma una larga avenida que poco a poco nos saca de la ciudad y nos lleva a un carril bici que discurre pegado al río Duero.
Marco el primer kilómetro en 3:46.
Mi idea es intentar ganar el mayor margen posible en la primera mitad de la prueba, cuando las fuerzas están intactas.
Además el recorrido es propicio para ello, ya que el carril bici es completamente llano y muy cómodo para correr.
Otra cosa ya es el tema del "atractivo" del recorrido, ya que dicho carril bici no se abandonará hasta pasado el kilómetro 7 y resulta monótono, además de no haber nada de animación.
Trato de agarrarme lo que puedo al grupo donde van las 2ª y 3ª clasificadas femeninas, donde consigo aguantar dos o tres kilómetros, ya que enseguida me doy cuenta que van mucho más fuertes que yo (y eso que yo seguía marcando cada kilómetro por debajo de 4').
Finalmente, nos desviamos del carril bici cruzando por debajo de un puente y nos adentramos en la ciudad.
Un poco antes del paso por el kilómetro 9 aparece la primera subida de la carrera, y ese kilómetro ya se me va por encima de 4'.
Ahora la carrera nos lleva por el casco urbano de la ciudad, alternando calles que pican hacia arriba con otras que están en bajada.
Es la mejor parte de la carrera, ya que se corre pegado a las murallas y se tiene una perspectiva muy bonita de la Catedral y del Duero.
Es también la parte donde más gente se reúne a animar a los corredores, lo cual siempre se agradece y aumenta la motivación.
He pasado el kilómetro diez en 40' escasos, pero ahora estoy empezando a pagar las consecuencias, y cada tramo ascendente me parece como si mis zapatillas se volvieran de plomo.
Para aumentar mis penalidades, sopla un viento que en algunos tramos es muy intenso (ver mi camiseta en la foto de debajo), sobre todo en las zonas más desprotegidas y cercanas al río.
Tas cruzar por primera vez el Puente de los Poetas, se llega a un barrio de casas bajas que me recuerda horrores a lo vivido hace siete días en Salamanca: barrio alejado del casco urbano al otro lado del río y el tramo más duro de la carrera.
Contínuas subidas y giros entre calles estrechas y mal asfaltadas y con un viento soplando de cara con fuerza hacen que esta parte de la carrera sea muy exigente.
La verdad es que sufro bastante, y me obliga a gastar las últimas fuerzas que me quedan, por lo que el resto de los kilómetros hasta la meta ya iba arrastrándome más que corriendo.
En este punto (km15) decido coger una botella de agua en el avituallamiento, más por distraerme que por necesidad de beber.
A partir de aquí, el perfil vuelve a ser más cómodo, pero el desgaste que llevo en las piernas y el constante aire hacen que se me haga eterno el llegar al siguiente punto kilométrico.
A falta de kilómetro y medio para la meta me alcanza un compañero del club, y me dice que me enganche a él. Inmediatamente le digo que voy fundido y ya sólo puedo limitarme a llegar al final.
Aún así, me sirve como motivación y trato de no dejarme caer demasiado, siempre pensando en la posibilidad más que real de hacer un gran tiempo en meta.
Estoy deseando parar el reloj y poder disfrutar de la marca que voy a realizar, pero para eso aún me quedan los últimos metros.
Cartel del kilómetro 21 y entrada en la pista de atletismo.
Miro el reloj y sé que no sólo va a caer mi mejor marca, sino que voy a bajar de 1:29.
Estoy completamente vacío, pero me invade una sensación de satisfacción y no puedo evitar apretar los dos puños y besar el gps mientras lo paro en un tiempo de 1:28:25.
He bajado mi marca en algo más de 1 minuto, en un recorrido muy exigente en su segunda mitad y endurecido aún más por el fuerte aire.
Esto me motiva mucho para buscar bajar de la siguiente barrera, el 1:28, y creo que puedo hacerlo.
De todas maneras, ahora no toca pensar en eso. El 22 de Mayo me volveré a enfrentar al reto de seguir mejorando mi tiempo en una distancia que cada vez me gusta más.
Correcta carrera esta Media Maratón de Zamora. Homologada, circuito a una vuelta, buena bolsa (queso, vino, garbanzos, leche con chocolate, camiseta...) y excelente trato al corredor. No es nada de otro mundo en cuanto al recorrido y la animación, pero se disfruta.
Ese día fuimos cerca de mil atletas los presentes, de los cuales fui el llegado a meta número 102.
La próxima carrera será la Media Maratón de Dueñas junto a mi hermano, que será un rodaje de calidad de cara a Düsseldorf.
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