viernes, 6 de junio de 2014

MARATÓN DE AGUILAR DE CAMPOO

"- Consulta del doctor Gabriel Ruiz, ¿dígame?"

Con esta frase comenzó una fantástica aventura en la que nos embarcamos mi hermano y yo: correr la maratón de Aguilar de Campoo.
Mucho se puede oír y leer sobre su organizador, Gabriel, y sobre esa especie de misticismo que tienen sus dos "hijos", los maratones de Aguilar y del Río Boedo, pero no te das realmente cuenta hasta que no lo vives por ti mismo.
Resulta que a este hombre le da por organizar cada año estas dos carreras, con el único propósito de que disfruten los atletas que deseen participar en ellas. Trato familiar, avituallamientos en los que no falta de nada, dorsal, bolsa del corredor consistente en: camiseta, cereales, galletas y pastas; diploma, trofeo, fotos de la carrera... Y todo esto por la módica cantidad de 0 euros. Creo que no hace falta añadir nada más acerca de por qué todo atleta debería correr alguna de estas carreras.

Esta carrera estaba fijada en nuestro calendario como el debut de mi hermano en la distancia y el primer maratón (de muchos, espero) que haríamos juntos. La verdad que creo que ha sido un lugar fantástico para ambos acontecimientos.

El esguince que me hice en Madrid parecía estar superado, aunque justo los días previos había sentido algunas molestias (supongo que el canguelo haría de las suyas). La verdad que estaba bastante nervioso, ya que después de la decepción que supuso para mí la Maratón de Madrid, un nuevo golpe a mi moral habría sido difícil de soportar. No me fijaba tiempos; sólo quería disfrutar de sentirme maratoniano en cada paso.

El Sábado a las 17h partimos en tren rumbo a Aguilar. Era un viaje tranquilo de dos horas en las que iríamos comentando la carrera del día siguiente. Sin embargo, a la media hora de viaje, nos informan que hay una avería y que debemos abandonar el tren y esperar a que nos recoja un autobús. Tras 40 minutos, subimos al autobús, que nos lleva hasta Monzón de Campos, donde volvemos de nuevo a montar en tren. Total: hora y media de retraso. Y aquí no acaba todo. La estación de tren está a 4km de Aguilar, y el único trayecto es ir por la carretera. Como lo que queríamos era llegar ya de una vez, cogimos un taxi hasta la puerta del hostal donde nos alojábamos. La taxista me dio su número para llevarnos al día siguiente de nuevo a la estación, como así hicimos.
Una vez en la habitación, cenamos la ya tradicional empanada previa a las grandes citas y a la cama.

El Domingo comienza temprano, a las 6:30 comenzamos a desayunar. Zumo de naranja, sándwich de queso y pavo, plátano y galletas. Los dos compartimos los nervios previos del desafío que nos espera. 42km no son ninguna broma, desde luego.

A las 8:15 salimos hacia el lugar de la salida, donde recogemos nuestros dorsales. Por allí se ven pequeños grupitos de corredores, que van llegando con cuentagotas, mientras los voluntarios terminan de vallar la zona y colocar el arco de Salida/Meta.
Todo es auténtico, en el más puro sentido de la palabra. Todo el mundo es amable, cercano, y se respira un clima familiar que te hace sentir realmente cómodo aunque seas un recién llegado (muchos de los atletas participantes son ya unos asiduos a las maratones de Gabriel, y repiten año tras año).

Minutos antes de las 9, nos llaman a colocarnos bajo el arco. Gabriel se hace una foto con todos los participantes. Seremos unos 35. Instantes después, pistoletazo de salida y a correr.

Teníamos claro que el ritmo inicial iba a ser muy cómodo, sin arriesgar lo más mínimo. En estas, llegan a nuestra altura Capi y Fortes, dos auténticas máquinas de correr maratones (ese era el perfil más habitual de la carrera: gente con muchas muescas en su revólver) a los que conocí minutos antes, ya que los tres somos Forofos del Running. Capi tira para adelante a hacer su carrera y Fortes se queda con nosotros formando un terceto.

El recorrido es tan sencillo como aburrido: cinco vueltas y media de 8km consistentes en ir y volver por la misma carretera al cercano pueblo de Villallano. El trazado es completamente llano, excepto dos puentes para salvar una carretera y las vías del tren que se subían y bajaban 4 veces por vuelta, 20 veces en total.

La primera media vuelta se nos hace interminable, y nos asusta el desgaste mental que puede suponernos un recorrido tan monótono y repetitivo. Cogemos una alegre charla y van pasando los kilómetros lentamente (vamos a un ritmo de 6min/km). Al poco de empezar la primera de las 5 vueltas completas se nos une un nuevo atleta, también debutante, y los cuatro llegamos por primera vez al pueblo de Villallano. Allí, se daba una pequeña vuelta por sus calles y había colocado un avituallamiento con agua, aquarius y plátanos.



Vuelta a Aguilar para completar la primera vuelta. Quedan 4.
En la segunda vuelta, mi hermano decide parar a evacuar líquidos (yo ya lo había hecho en la primera vuelta), y me descuelgo un poco para no dejarle solo.


Los otros dos miembros del grupo llegan a Villallano antes que nosotros, pero a la salida del mismo, Fortes también se detiene a hacer lo propio, momento en el que volvemos al terceto original y que nuestro otro compañero aprovecha para incrementar el ritmo.


Desde ese instante hasta los últimos 4km, esta sociedad ya permanecerá unida.

Los avituallamientos siempre sigue el mismo ritual: aquarius en Aguilar y agua para mojar las piernas tanto en Aguilar como en Villallano, salvo a mitad de carrera que decidimos comernos un plátano.

Pasamos la media en 2h 06. La primera vuelta y media a ritmo de 6'/km y a partir de ahí a un ritmo constante de 5:50 hasta el final.

Me da miedo la cuarta vuelta. Es el punto clave; si la superamos con fuerzas esto estará hecho, ya que quedarían los últimos 8km y el subidón moral de saber que es la vuelta final nos llevaría hasta la meta. Decidimos conservar el ritmo y no arriesgar. Nos da igual el tiempo, sólo queremos terminar corriendo los 42km.
Y llegamos. Última vuelta.
En la mente, sólo una preocupación: las cuatro subidas que quedan por afrontar. No sabemos cómo responderán las piernas ante ese esfuerzo, ya que van bastante cargadas.
Tras las dos primeras, llegamos a Villallano. Allí, tras avituallarnos, mi hermano se destaca del grupo y yo voy tras él. Fortes se ha retrasado un poco, pero a esas alturas de carrera esos pocos metros resultan insalvables: nosotros no podemos parar y él no puede aumentar el ritmo.



Por delante 4km y las dos últimas rampas. Cae la primera, sólo queda una. Y cae la segunda. Está hecho, aunque mi hermano dice que no se fía, jajaja. Km 40, 41... Por fin, entramos en Aguilar, pasamos rodeando la iglesia y entramos juntos en meta en un tiempo de 4h 07m. SOMOS MARATONIANOS!!!!




Esta vez sí que me siento con pleno derecho de decirlo. La sensación es increíble. Haber podido completar una maratón junto a mi hermano ha sido una experiencia inolvidable. Difícil imaginar todo esto sólo año y medio atrás cuando empezamos nuestra andadura en esto del atletismo popular y 10 meses después de nuestro debut en media maratón.

Nos hacen entrega de todas las cosas mencionadas al principio de esta crónica, foto de grupo y nos despedimos de Capi y Fortes, que ya están pensando en sus siguientes maratones.



De vuelta al hostal, estamos muertos pero exultantes de felicidad. Hemos conseguido algo muy grande: completar un maratón.
Ducha reparadora, comida y vuelta en tren hacia Valladolid, con la satisfacción dibujada en nuestras caras.

Ahora nos espera un merecido descanso, y será a mediados de Julio cuando volvamos a los entrenamientos para preparar los siguientes retos. El más cercano, hacer MMP en la Media Maratón de Valladolid en Septiembre y, en el horizonte, un nuevo maratón juntos en Noviembre, el de los Montes Torozos, el de "casa". Estoy deseando que llegue el momento de ponerme en la salida de un nuevo maratón junto a mi hermano y continuar siguiendo juntos los pasos de Filípides.

En cuanto a la maratón de Aguilar, no puedo más que recomendar encarecidamente a todo runner que vaya a conocer esta carrera. Por su historia, su ambiente familiar, su misticismo. Es un imprescindible en el currículum. Desde luego que volveré, incluso en la próxima edición tal vez, y me anoto en la agenda de "pendientes" correr el del Boedo como compromiso ineludible.

Próxima carrera: el 21 de Junio en Torreiglesias, Segovia. La Pirona me espera!!