lunes, 27 de marzo de 2017

TRAIL CASTILLO DE ISCAR



Cuarta edición de este trail de la provincia de Valladolid y, por fin, este año ha tocado conocerlo.


Iscar fue uno de los municipios vallisoletanos que decidió organizar un trail por sus inmediaciones aprovechando el boom del running y la nula posibilidad que había por la zona de disputar este tipo de carreras.
Por suerte para los que nos encantan este tipo de pruebas, ya contamos con un buen número de ellas y cada vez sale alguna nueva.

Este trail de Iscar comenzó en su origen como carrera de 13km, la cual se sigue manteniendo, y ya el año pasado se incluyó otra prueba paralela de 21'5km.

Y es a esa segunda a la que mi hermano y yo nos habíamos inscrito.

Ese mismo día se disputaba también el Trail Los Vallejuelos de Villamuriel, al cual acudimos el año pasado y del que salimos encantados; pero este año decidimos conocer por fin esta carrera iscariense.

La mañana amanece espléndida y hoy va a tocar correr con calor. Igualito que hace siete días...

Nada más llegar al pueblo ya se puede contemplar el imponente castillo en lo alto de un cerro, que domina toda la localidad.
Sabemos que la meta es en dicho castillo, por lo que tenemos claro que al menos el final va a ser exigente.

No hay mucho movimiento de corredores en el día de hoy (la prueba larga sólo contó con 77 finishers), por lo que se podrá correr sin agobios.

La verdad es que me veo muy motivado. Estoy en muy buena forma y la cabeza acompaña, lo que, unido al fiasco por tierras cántabras, hace que esté como una moto y deseando empezar a correr.

Cada vez me gustan más y más este tipo de carreras en las que el reloj no importa y sólo se trata de disfrutar.

Nos colocamos sin problemas en una posición cómoda y esto empieza.

El primer kilómetro, como suele ser avitual, recorre las calles del pueblo, y ya vamos cogiendo dirección al castillo.

Justo tras oír el primer pitido del gps y ver un 4:26 en la pantalla, comienza una subida bastante fuerte que, para nuestro tormento, enlaza sin descanso con la durísima y larga subida asfaltada hasta el castillo.
Un tramo realmente exigente y desde luego candidato a ser el más duro que he hecho corriendo.

En este tipo de rampas la cabeza y las sensaciones son fundamentales. Yo me veo bien y decido apretar un poco y llevarme conmigo a mi hermano. 
Empezamos a dejar atrás corredores y a recortar distancia con los atletas que van por delante.





Con mucho esfuerzo y mucha testiculina conseguimos llegar arriba y dejar atrás este durísimo inicio de carrera.

Ahora nos internamos en los senderos que recorren los cerros colindantes al municipio, llenos de pinares y completamente secos, ideales para disfrutar a tope.

Sube-bajas continuos se suceden sin parar, y de vez en cuando nos vamos topando con alguna subida donde no queda otra que entregar la cuchara y subir andando malamente.
Realmente divertido y muy chula está primera parte de carrera.



Tras desviarnos los corredores cada uno con su distancia, comenzamos un larguísimo tramo de senderos más anchos y pistas donde se puede correr bien pero que resultan al final un poco aburridos.

No se toca para nada ninguna zona arbolada, todo el rato es correr por pistas en campo abierto. Además, es precisamente en esta parte donde el calor se nota más, debido a la ya comentada falta de protección.

Llevamos unos kilómetros unidos a un chico joven, y la verdad es que es el único corredor a la costa que tenemos en esos momentos.

Ya bastante saturados de tanta pista, cogemos un giro a la izquierda donde se inicia una larga subida muy pedregosa que termina por hartarnos y la cual decidimos subir andando. No somos los únicos, todos los corredores que llevamos delante y detrás, antes o después terminan sucumbiendo ante esta rampa. Es un tramo que se atraganta muchísimo, no sólo por el desnivel, si no sobre todo por el golpe moral que supone después de tantos kilómetros por el medio del campo y con todo el calorazo. 

Llevamos más de media carrera y, tras otros dos o tres kilómetros llanos donde corremos muy deprisa, iniciamos una dura subida que de nuevo nos lleva a los cerros de pinares que tanto hemos echado de menos.

Mi hermano va tocado, ya que por circunstancias laborales no ha descansado mucho los días previos, y cada subida de andar le cuesta un mundo.
Yo no tengo ninguna prisa y le espero arriba para juntarnos y seguir juntos. Es sólo subiendo, el resto del tiempo mantiene un ritmo muy bueno sin dificultad, por lo que continuamos a muy buen paso.

De nuevo estupendo este nuevo tramo de sube-bajas por los cerros cercanos al castillo. El cansancio se va dejando notar y ya hay un momento en el que, tras una subida y esperar a mi hermano, veo que las sensaciones no son tan buenas y me cuesta un poco.

Por fortuna se pasa rápido y seguimos juntos acercándonos a los kilómetros finales, esperando a descubrir esa subida final al castillo.

Una nueva subida exigente nos hace separarnos unos metros. Tras el bajón que tuve tras la última parada y en consenso con mi hermano, decido seguir para delante y afrontar una bajada pronunciadisima que en su primer tramo tenía una cuerda como apoyo. Muy divertida.


Tras superar ese obstáculo, último kilómetro y medio, que consiste en bordear el castillo en su totalidad para subir por la explanada que hay en lo alto del cerro. 
Esa subida resulta ya demoledora y me cuesta hasta subirla andando.

Pero sabiendo que es el último esfuerzo, toca apretar los dientes y llegar arriba, donde la gente y los voluntarios animan y aplauden y el castillo aparece en el horizonte.

Queda un breve tramo de carretera que lleva directo a la puerta del castillo, por la cual se hace entrada para finalizar en su patio de armas tras 2h y 1min.




Grandísimo final para una prueba muy recomendable. El único lunar en mi opinión son esos interminables kilómetros de pistas por el medio del campo, pero que ni mucho menos empañan el estupendo recorrido de este trail de Iscar.

Muy buen precio, buena bolsa, bien señalizada y con un inicio y un final de los que se recuerdan.
Sin duda un gran acierto.

La próxima carrera es mucho más que eso. El 8 de Abril disputare junto a mi hermano el Ibiza Marathon, con todo lo que está montando Paralelamente la organización, que ya comentaré en la próxima entrada.
Toca disfrutar al máximo de la carrera estrella de la temporada. Run and feel!!

lunes, 20 de marzo de 2017

GURRIANA TRAIL


La verdad es que no sé como calificar lo vivido este fin de semana por tierras cántabras; desde luego no puedo hacerlo con una palabra, ya que ha habido demasiados acontecimientos de carácter completamente opuesto que me dejan un sabor radicalmente agridulce a la hora de opinar sobre esta carrera.

Dicho de un modo más resumido: ha habido cosas muy buenas y otras, a mi juicio, impresentables.

El sábado por la mañana salíamos mi hermano y yo hacia Cos, una localidad muy pequeña a 1km de Carrejo, sede central de la carrera que pertenece a Cabezón de la Sal.

Sobre las 14h llegamos a nuestro alojamiento, la Posada Trisileja, una estupenda casa tradicional cántabra donde nos dieron un trato excelente y cercano, y donde disfrutamos de una estancia que recomiendo encarecidamente a todo el que vaya por la zona.

Tras comer en un bonito parque junto al río, nos fuimos a dar una vuelta hasta Cabezón de la Sal, la cual nos sirvió para estirar las piernas y hacer tiempo, porque la verdad es que el pueblo no tiene nada digno de ser mencionado.



Se suponía que la entrega de dorsales comenzaba a las 17h (así figuraba en el programa), pero al llegar allí nos dicen que hay que esperar hasta las 6.

Así que allí esperamos y vamos viendo como poco a poco se va notando el ambiente de carrera que se va dando forma enfrente del Museo de la Naturaleza de Cantabria.

A la hora señalada, acudimos a recoger la bolsa del corredor y cuál es nuestra sorpresa al no ver ni rastro de equipación o material técnico en ella. Me parece sencillamente impresentable. 30€, y más en montaña, dan para mucho más que un gel, una cerveza local, un sobao y una especie de morcilla.
Desde luego a mi me parece un insulto, y para que se rían de mí no me hace falta irme a Carrejo.
No es que en las carreras lo que más me importe sea la bolsa del corredor, pero de ahí a que te metan tres mierdas cuando dos semanas antes sus vecinos del Ecoparque de Trasmiera daban una equipación completa de material de montaña, pues va un mundo.
VERGONZOSO e IMPRESENTABLE.

Ya con la bolsa del corredor y dorsales en nuestro poder, decidimos ir a recogernos a nuestro alojamiento y dar por concluido el día. Toca descansar y preparar el material para el gran día, que las previsiones daban movidito.

Amanece un domingo sin lluvia y con una excelente temperatura. Si no fuera porque las previsiones de lluvia no dejaban margen a la esperanza, serían las condiciones ideales para correr.

Llegamos a Carrejo con tiempo y decidimos aparcar junto al polideportivo donde estaban las duchas, y la verdad es que fue un acierto.

Breves instantes después de llegar a la zona de salida, comienza a llover con muchísima intensidad. Las previsiones se estaban cumpliendo con creces.

Veníamos preparados para ello, así que chubasqueros puestos (en mi caso uno fino sin capucha y gorra).

Todos los atletas de la prueba reina teníamos control de firmas, y se hace eterno esperar y esperar bajo la intensa lluvia. Llegan las 9, hora prevista de salida, y seguimos esperando. Otro retraso más, parece que la organización no tiene prisa (aunque más adelante demostraron que tuvieron demasiada...).

Por fin, con todo en orden, se da la salida y empezamos a correr por las calles del pueblo bajo una chupa de agua.



Enseguida nos encontramos con la primera subida, muy larga y exigente, que nos llevará desde el pueblo hasta lo alto de la montaña más cercana, donde comenzará un largo tramo de cresteo.

La subida se hace muy larga, pero mi hermano y yo estamos a tope de moral para esta carrera y vamos superando gran cantidad de corredores alternando tramos de andar y correr.

En la parte final ya es imposible correr y hay que apretar los dientes para llegar arriba.
La lluvia no deja de caer con fuerza y el barro, junto con las piedras y hierba húmedas, dificulta bastante el agarre y el subir es aún más complicado.

Comenzamos la parte de cresteo, y sin lugar a dudas es donde mejor vamos. Pletoricos de fuerzas y de moral, disfrutamos de cada zancada sin que las inclemencias meteorológicas nos perturben lo más mínimo.

Esta parte del recorrido es increíble. Vistas impresionantes, continuos pasos por zonas de piedras, saltos, praderas... Una auténtica gozada haber podido disfrutarlo.

Sin embargo, el mal tiempo va subiendo en intensidad, y a la fuerte lluvia hay que sumarle un vendaval que entraba por el lado derecho.
Allí arriba estábamos completamente expuestos, y poco a poco empezamos a notar los efectos.
La temperatura cae muchísimo y las manos y los labios están completamente entumecidos. Cada vez es más difícil usar las manos para apoyarse en los pasos entre rocas que, paradójicamente, son cada vez más frecuentes y de mayor dificultad.

Por si fuera poco, una ráfaga de aire corta de forma radical mi relación con la gorra que me ha acompañado en tantas y tantas carreras.
La importancia de este hecho radica en que, al no llevar capucha, llevo la cabeza completamente desprotegida ante la lluvia y el viento, y llega un punto que me resulta del todo insoportable. No siento el lado derecho de mi cabeza, y me estoy empezando a marear.

Decido parar y ponerme el chubasquero gordo.
El hacerlo resulta toda una odisea, debido a la casi inexistente movilidad de mis dedos y al tremendo aire que soplaba.

Finalmente consigo ponérselo y el efecto es radical. Empiezo a sentir otra vez la cara y me veo con ganas de volver a tope a batallar con estas condiciones infernales.

Pero no puedo tener tranquilidad mucho tiempo. Si antes fue el cambio de prenda, ahora se me sale una plantilla de la zapatilla.
Otra vez a parar y otra vez me las veo y me las deseo para poder quitarme la zapatilla y volvermela a poner. Las manos son incapaces de coger nada y de imprimir la más mínima fuerza.

De nuevo en marcha, pero a los pocos pasos, vuelve a pasar lo mismo con la plantilla del otro pie. 
Ya harto, decidí sacarmela y seguir sin ella. Todo un acierto, ya que un poco más adelante se me vuelve a salir de nuevo la primera plantilla, la cual también saco e introduzco ambas en la mochila de mi hermano.

El aire va a más y más y la lluvia no afloja. Cada vez es más difícil avanzar y el terreno se va complicando.

En mi mente va rondando un pensamiento de preocupación ante lo que nos espera. Avanzamos muy despacio, y en estas condiciones, no veo nada claro el poder terminar.

Y es en ese momento cuando miembros de la organización nos dicen que se suspende la prueba y que hay que bajar y realizar el recorrido de 20km.
Lejos de enfado o frustración, siento un alivio enorme y desde aquí agradezco a la organización que tomara esa decisión, para mí muy acertada. No hay necesidad de exponerse de esa manera ante semejantes condiciones meteorológicas.

Así pues, el panorama cambia drásticamente. Ahora quedan 10km en vez de 27 y vamos resguardados del aire. Soy feliz.

Esta segunda parte es casi en su totalidad de descenso (ese "casi" era bestial, pero ya llegaré a eso), por bosque y pegados al río. Una zona preciosa. Paisajes de ensueño que resultan imposibles de imaginar aquí por Castilla.

Sin embargo, si en la primera parte el aire fue el protagonista, esta segunda tuvo un elemento que robó todo protagonismo a los demás: el BARRO, con mayúsculas.

Absolutamente todo el terreno está cubierto de barro. Cada bajada es un tobogán donde poner un pie con cierta sensación de seguridad es casi imposible.

Las caídas se suceden y avanzamos muy despacio, pero disfrutamos de vivir esta experiencia única para nosotros.

Y en estas se nos presenta delante de nosotros el punto más impactante de la prueba: el cortafuegos.
Un kilómetro a una pendiente media del 40% en el que se gana un desnivel de 400m.

Además, como pasaba en la ascensión a las crestas, el barro dificulta mucho más el tener un agarre firme en el que apoyarse para dar la siguiente zancada.

Un kilómetro que se hace eterno pero que subimos poco a poco y sin desesperar.

Arriba del todo bebemos en el avituallamiento y afrontamos una larga bajada hasta el río que sin barro habría sido rapidisima, pero que tal y como estaba el terreno la hicimos a un ritmo de 20min/km. Algo surrealista.

Una vez en el río, el barro cobra ya su máxima cuota de protagonismo, ya que, literalmente, te desaparecen los pies en él.

Ya vamos un poco cansados de tanto barro y cruce de río, sobre todo porque avanzamos muy lentos en un tramo que con terreno seco sería muy rápido y una gozada para correr.

Tras 18km y 4horas de carrera, somos alcanzados por los corredores escoba que cierran la prueba, y que acompañan a otro corredor.
Los demás corredores ya están en meta, bien por haber completado el recorrido o por haber sido evacuados por la organización.

Llueve con mucha fuerza y ya voy harto de tanto barro. La gente del norte disfruta mucho con este tipo de terreno; les encanta llenarse de mierda, caerse y revolcarse en él. Tanto que incluso lo promocionan como reclamo en las carreras. 
Para gustos los colores, pero yo vengo a correr, no a jugar a ser cerdo por un día.

Los corredores escoba nos dejan claro que todo este tramo está siempre así, independientemente del tiempo que haga, por lo que tengo claro que ésta será mi única presencia por estos lares. 
Preciosos, que duda cabe, pero yo con esto no disfruto; no estoy acostumbrado y no me sale el correr así.

Por fin, y tras más de 4 horas y media, nuestras zapatillas vuelven a pisar terreno firme y llegamos a Carrejo.
Último kilómetro por las calles de un pueblo donde todo ha terminado, donde no hay speaker, fotógrafos ni nadie recibiendote.
Todo el mundo está cambiado y pasan olímpicamente de los tres corredores que han logrado completar los máximos kilómetros permitidos en el día de hoy.
Una cosa es suspender la prueba y otra ignorar de ese modo a unos corredores que han sufrido unas condiciones meteorológicas durísimas durante más de 4 horas y media, algo que no ha hecho nadie más hoy aquí y que al menos merece la misma atención demostrada con el resto de participantes.

Desde aquí vaya mi total desaprobación ante la organización por el trato mostrado a mi hermano y a mí, además de al otro corredor que llegó detrás.

Llegas a meta, nadie te dice nada, te dan una medalla que te intentan colar por rústica y es una auténtica porquería y otro insulto más por parte de la organización.
En mi caso, con un montón de sobra, una voluntaria coge dos, le entrega la suya a mi hermano y la otra se cae al suelo y queda completamente mojada. Pues oye, me agacho y toma, para ti, campeón, que tienes cara de gilipollas. En fin..., guinda inmejorable para un pastel hecho a base de barro y despropósitos organizativos.

Me sabe tan mal porque fallaron en lo fácil. La señalización fue insuperablemente buena, el recorrido es precioso, la comida post carrera muy bien, y la decisión de acortar la carrera totalmente acertada.
Pero no puedes ningunear así a tres personas que han aguantado lo que ha tocado aguantar y dar una bolsa del corredor y una medalla tan insultantemente ridículas.

Gran experiencia, que duda cabe, esta Gurriana Trail. Con lo bueno y lo malo, pero hemos disfrutado, sufrido y aprendido mucho de este fin de semana. 

En siete días volvemos a la acción con el Trail Castillo de Iscar, de nuevo junto a mi hermano.

lunes, 6 de marzo de 2017

LA PARAMADA


Una nueva edición, la tercera, del trail más importante de la provincia y sin duda una de las carreras de referencia del invierno castellano.

Por tercer año consecutivo han vuelto a agotar inscripciones, por lo que el 19 de Febrero nos daríamos cita 900 atletas en las tres modalidades de que consta la prueba.

El éxito de la carrera es abrumador, y varios son los factores que lo explican.

En primer lugar, la fecha de celebración. Al disputarse a mediados de Febrero, no tiene apenas competencia, ya que aun no ha comenzado la temporada de montaña ni de medias maratones en la comunidad, por lo que La Paramada se presenta como una gran opción para ir empezando a meter kilómetros de competición a las piernas.

Además, la posibilidad de realizar una carrera de 11km y una marcha paralelas a la carrera principal, ofrece a mucha gente la oportunidad de iniciarse en el mundo del trail o de, simplemente, disfrutar de un recorrido por la naturaleza una mañana de domingo.

Y, por último, el excelente trato al corredor por parte de la organización, con una buena bolsa del corredor y un completísimo avituallamiento final donde hay de todo.

El año pasado disfruté mucho esta carrera, por lo que tenía claro que acudiría por segundo año consecutivo.

En esta nueva edición, los organizadores han itroducido una importante novedad con respecto a las ediciones anteriores: el recorrido de completará en sentido inverso.
Es decir, lo que se subía ahora se bajará, y viceversa.
La verdad es que es un cambio muy bienvenido, ya que hace la carrera más interesante.



En este tipo de carreras siempre es complicado fijarse objetivos que vayan más allá de completar la carrera, pero sí tenía claro que trataría de bajar de las 2horas (2:07 el año pasado) y que quería ser el primer miembro de mi club en llegar a la meta.

Me presenté en Geria con una hora de antelación, para ir sin prisas a recoger el dorsal y volver al coche, que está a un buen paseito.
El día es estupendo para correr. Hace fresco pero lo normal para la hora en la que me encuentro, y luce el sol.
Sin embargo, la semana previa a la carrera ha sido de lluvias, por lo que se esperaba bastante barro a lo largo del recorrido.

Ya con todo en orden, me coloco junto a mis compañeros en el photocall para inmortalizar el momento y nos vamos a la salida.



Por cosas del cambio de sentido del recorrido, la mayoría de los atletas se confunden y de repente se ven en los puestos más retrasados. Yo lo tenía claro y no me moví de donde estaba, por lo que salí en la cabeza de carrera.

A mi lado estaban las chicas del club de trail de Toro. Sé que son las favoritas, por lo que serán una excelente referencia para mí.

Cuenta atrás y empezamos.

El primer kilómetro consiste en dar una vuelta por las calles del pueblo, pasar de nuevo por el arco de salida y, a continuación, iniciar ya la aproximación a los cerros donde se disputará el grueso de la carrera.

Al salir en posiciones delanteras no tengo problemas en correr al ritmo que quiero, e incluso me sorprendo cuando el gps pita y veo 4:20 en la pantalla.

Es justo en este momento cuando me da alcance un compañero de club, con el que a priori estaré bastante igualado durante la carrera.

En un primer momento me supera y decido mantenerme justo a su estela, ya que el ritmo me parece muy elevado quedando lo que queda por delante.

Llegamos así a la primera subida. Una rampa de cemento durísima y bastante larga que el año pasado se bajaba, por lo que ya sabía lo que me esperaba.

Casi al instante mi compañero empieza a andar, al igual que otros muchos atletas. Yo me veo bien y decido tratar de abrir hueco.



Corriendo y realizando mini tramos andando de 4-5 pasos empiezo a superar a muchísimos corredores, y consigo llegar arriba con fuerza y muy motivado para defender la ventaja que tengo respecto a mi compañero.

Justo al terminar esta primera subida se produce la división de las carreras de 11 y 20km. Los de la prueba larga giramos a la derecha y comenzamos un tramo de sube-bajas constantes atravesando una zona arbolada.
Poco a poco los corredores vamos cogiendo el ritmo y se empieza a firmar esa fila india tan característica de este tipo de carreras.

Yo me encuentro bastante cómodo, y mantengo un buen ritmo a pesar del barro que ya comienza a hacer su aparición.

Es una gozada hacer en sentido descendente esos dos largos tramos de pista que el año pasado tanto me hicieron sufrir, aunque el primero de ellos es un auténtico barrizal que te obliga a extremar las precauciones para no resbalar e irte al suelo.

Las principales subidas de la carrera se encuentran en esta primera mitad del recorrido, con mención especial a la cuesta de Coca-Cola, la cual había que superar gateando, literalmente.
No sé si porque todavía iba a tope de fuerzas o porque me pareció una subida diferente a todas las que había hecho, pero el caso es que la superé con mucha fuerza y ganas.

Los continuos sube-baja son sin duda el rasgo más definitorio de esta primera mitad de La Paramada 2017.




Tras superar el ecuador de la prueba, el recorrido cambia radicalmente. Ahora el sendero es mucho más estrecho y se corre continuamente rodeado de árboles y vegetación, con raíces y piedras que te obligan a ir atento.
Sería un tramo estupendo para disfrutar al máximo, pero aquí es donde más se notan las lluvias de estos días y el camino entero es una auténtica ciénaga.

Un kilo extra en cada zapatilla, continuos resbalones... En fin, hay gente que disfruta con esto; yo desde luego no.

Estos aproximadamente 3-4km se me hacen eternos y me minan bastante el ánimo.

Por fin, tras llegar al avituallamiento del km7, me viene a la cabeza que ahora hay un largo tramo de pista totalmente llana que ya nos tiene que acercar bastante a Geria.

Y, efectivamente, me viene genial el poder correr tranquilo fuera de ese pringue asqueroso y dejar de oír el contínuo chapoteo de barro pisado.

Recortó este tramo a ritmos cercanos al 4:30 hasta que nos introducimos de nuevo en el bosque por última vez.

Afortunadamente aquí hay menos barro, aunque ya noto que la fatiga me empieza a hacer mella. 



Voy fantaseando con la idea de enfilar cuanto antes la bajada hacia el pueblo y certificar a meta una carrera muy satisfactoria para mí pero, mientras iba repasando mentalmente si recordaba alguna subida más que tocara afrontar, me encuentro cara a cara con una rampa que se pierde entre los árboles y cuyo final no alcanzo a ver, lo cual quiere decir que no está cerca.

La verdad es que anímicamente resulta un auténtico mazazo y comienzo todo un vía crucis en busca de llegar a lo alto.

Decir que fue muy duro sería quedarme corto. Iba deambulando mientras era superado por varios corredores. Totalmente fundido.




Sin embargo, el llegar arriba me hace revivir y cojo un ritmo muy bueno afrontando ya el tramo final y lanzandome con todo por la rampa que subimos al inicio de la prueba.

Tras volver a doblar el espinazo para pasar el puente que hay a la entrada del pueblo (es un intento de hacer de este punto algo curioso o característico, pero en mi opinión es totalmente prescindible), se realiza un breve callejeo y por fin entro en línea de meta en un tiempo de 1:56:02 y en el puesto 90 de casi 400 atletas que tomaron la salida.

Estoy muy satisfecho con mi carrera de hoy. He disfrutado y me he visto con fuerza casi todo el recorrido, salvo esa última subida que me sacó totalmente de punto.

Al terminar, completísimo avituallamiento con toda la comida y bebida que uno pudiera desear tras completar un esfuerzo como éste.
Excelente la organización de la carrera; esa sí que es la verdadera seña de identidad de La Paramada.

De nuevo vuelvo encantado de esta carrera y sin duda el año que viene estaré muy pendiente de ella a la hora de configurar mi calendario.

Ahora toca un plato principal del menú.
El 12 de Marzo me enfrentare junto a mi hermano a La Gurriana Trail, en Carrejo, Cantabria.
37'5km y 4.600m de desnivel acumulado aderezados con muchísimo barro nos esperan.
Va a tocar sufrir, pero también disfrutar de cada paso.
Por carreras así es por las que merece la pena salir a entrenar.