sábado, 28 de noviembre de 2015

CROSS CIUDAD DE DUEÑAS


Como ya comenté en la entrada anterior, este período post maratoniano me apetece dedicarlo a la velocidad y las carreras cortas.

He reducido mucho los kilómetros semanales y aumentado la intensidad de los ritmos. Me lo pide el cuerpo.
Ya estoy saturado de rodajes largos a más de 5min/km. Quiero volver a acercarme a los ritmos del pasado año, cuando bajé en dos ocasiones de 40min en 10km y de 19min en 5km.

Creo que son muy buenos resultados teniendo en cuenta que entreno por libre y tres días semanales.

Este 2.015 lo he dedicado casi en exclusiva a coger fondo y afrontar las maratones con más garantías, por lo que ahora estoy motivado por comprobar si puedo volver a moverme en ritmos inferiores a 4min/km.

En este año he batido mis marcas de maratón y, sobre todo, de media maratón, con ese fantástico 1:29:34 de Palencia hace 20 días.

Sin embargo, mi MMP de los 10km es de 2.014, y este año la única tentativa en la distancia fue fallida.
Por lo tanto, me he fijado como objetivo intentar poner la guinda a la temporada con un triplete de MMPs y tratar de mejorar mi tiempo en el diez mil.

La carrera elegida será la Carrera del Turrón que se disputará el 13 de Diciembre en Arroyo.

Tiene fama de ser una carrera bastante propicia para buscar marca, además de ser uno de los escasos diez miles de Valladolid. Yo no la he corrido nunca, así que no puedo opinar sobre su recorrido.

Esta carrera se encuentra en el medio de la planificación que tengo hecha hasta mediados de enero, donde volveré a aumentar kilómetros y acudiré a carreras de más distancia.

Hasta entonces, los crosses serán el tipo de prueba predominante que disputaré.

Y el primero de ellos, este Cross Ciudad de Dueñas que con ésta celebraba ya su 24º edición.

Carrera gratuita con excelente organización que se disputa sobre un recorrido conocido como "del Salmonero", sobre el que hay que dar una primera vuelta a un recorrido corto y cuatro a otro más largo, para un total de 7.600 metros.

El terreno es mitad hierba, mitad camino de tierra; pero siempre con un firme irregular. No presenta giros bruscos y tiene una rampa corta de cierto desnivel y una recta de contrameta bastante larga que siempre va picando hacia arriba y que finaliza en la rampa anteriormente citada.

Casi 700 atletas inscritos y muchos de los "gallitos" de la Comunidad presentes. Este tipo de carreras siempre tienen mucho nivel y acude gente que corre muy deprisa.

Un poco pasadas las 13 horas y con un día estupendo para correr, aunque eso sí, con un aire bastante fuerte que se dejó notar, empezaba la carrera.

Mi objetivo estaba claro: bajar de 4min/km de ritmo medio.
Sabía que no iba a ser fácil, porque en este tipo de carreras siempre se va más lento que en asfalto debido al terreno, pero confiaba y, por qué no reconocerlo, me exigía hacerlo.

Salgo en segunda línea para perder el menor tiempo posible, aunque eso me cuesta ser superado por multitud de atletas que van como tiros.





Empezamos por la vuelta pequeña de 1 kilómetro, la cuál realizo en 3:48.

                                                                                     




Ahora nos desviamos al camino de tierra, y a la larga recta de contrameta anteriormente señalada. 
El fuerte viento sopla en contra justo en ese tramo, endureciéndolo aún más.
A esos ritmos, cualquier mínimo obstáculo (desnivel, aire...) se nota muchísimo.




Mi carrera transcurre en un tono bastante regular, como muestran los parciales (3:48-3:56-4:05-4:06-3:55-4:06 y 3:59, más los 600 metros finales en 2:30).

Pasé el 5.000 en 19:50.




A mitad de carrera pasé mi peor momento y no lograba sentirme cómodo, pero luego volví a marcar un par de buenos parciales más.








Es cierto también que ya el cuarto paso por contrameta y subir la rampa se me hizo duro, y entré pidiendo la hora en un tiempo de 30:26.





Ritmo: 4min/km clavados.
Y la verdad, no sé si es bueno o malo.

Es cierto que el terreno era irregular, más lento que el asfalto y que además medio circuito picaba hacia arriba con bastante aire en contra; pero también que aún quedaba mucho hasta los 10 kilómetros y llegué muy muy justo.

Pero, en general, estoy satisfecho con mi carrera de hoy. Ha sido un inmejorable entrenamiento de cara a afinar mi estado de forma.

Al terminar, bolsa del corredor con aquarius, barrita, fruta, un objeto de cerámica conmemorativo y unos calcetines técnicos de la carrera.
Recuerdo que la inscripción era gratuita.

Carrera muy recomendable a la que seguro volveré. Gratis, buena organización, mucho nivel y buena bolsa del corredor.

El próximo Martes 8 de Diciembre haré otro test de cara al objetivo marcado y participare en la Carrera de El Tejar en Boecillo, de 7km.
De nuevo, saldré a buscar el sub 4min/km de ritmo medio.




sábado, 21 de noviembre de 2015

MARATÓN MONTES TOROZOS (RETIRADA)


Pues como indica el título de esta crónica, este IV Maratón de los Montes Torozos se ha convertido en mi primer abandono en la distancia.

Se da el caso, curioso cuanto menos, de que mi hermano abandonó también en esta prueba hace justo un año. Y hoy yo he seguido sus pasos, jaja. Será que me daba envidia.

La participación en esta carrera tuvo poca historia.
Tras la Maratón de Lisboa, mi hermano dio por cerrada la temporada, y yo aún tenía un poquillo de mono, así que me inscribí a la que sería mi cuarto encuentro con la distancia mítica.
Cercano, barato...; la opción perfecta para poner el broche final a un año fantástico a nivel de carreras y resultados.

El plan era ir tranquilo en el grupo de 5:30 toda la carrera. El tiempo me daba igual, se trataba de disfrutar y sumar un maratón más.

Así, el Domingo a las 7:15 salía hacia Torrelobatón (el pueblo donde este año estaban situadas la salida y la meta) bajo una cerradisima niebla.

Tras aparcar, me dirijo al castillo, en cuyo patio de armas se recogían los dorsales. La verdad que tener los baños, vestuarios, salida y meta en el interior de un castillo tan bien conservado como éste es una experiencia única y digna de agradecer a los organizadores.

Cuando todo está preparado para empezar, nos comunican que la Guardia Civil no permite que se dé la salida porque con la niebla no garantizan la seguridad de los corredores.

A mí me da pereza volver a bajar al coche y no he dejado ropa en el vestuario, por lo que me quedo esperando con la ropa de correr.
Nos comunican que mínimo en media hora es seguro que no se corre.
La niebla no da señales de querer levantar y, finalmente, tras 45 minutos de espera, nos anuncian que a las 10 se dará la salida.

Estoy animado y con ganas de disfrutar.
Me saluda un corredor con el que coincidimos en el tren en la Maratón de Lisboa y nos contamos un poco objetivos maratonianos futuros.




Busco a la liebre de mi grupo para colocarme, y esto empieza.

Salimos del castillo y hacemos un breve recorrido circular por el pueblo para enfilar la carretera hacia Castrodeza.



Por delante una dura cuesta de 3 kilómetros que el año pasado fue del 17 al 20 y que en esta ocasión te pillaba con las piernas fresquitas.





Me coloco en posiciones delanteras, que no quiero ir encerrado entre la gente.
Somos un grupo numeroso y los ánimos están intactos. Las bromas y las risas se suceden mientras sin darnos cuenta superamos la cuesta y llegamos al desvío hacia Castrodeza.









Ahora el terreno es muy favorable durante bastantes kilómetros.
La niebla es muy densa la sensación es de muchisima humedad: llevo el pelo como si saliera de la ducha.
La temperatura no es excesivamente fría (rondábamos los 5 grados) y no hacía aire, cosa sorprendente por estos parajes; pero la niebla provocaba que la sensación térmica fuera mucho menor.

En el kilómetro 9 decido hacer una rápida paradita técnica a eliminar líquidos. Sin mayores apuros y apretando el ritmo unos cientos de metros consigo volver al grupo y de nuevo ocupar las posiciones más delanteras.

Mi estado de forma es muy bueno y voy muy cómodo y disfrutando.

Un kilómetro más tarde y tras 53 minutos de carrera, me dan unos retortijones en el estómago que me obligan a parar inmediatamente.
No quiero profundizar en muchos detalles, pero el estado de lo que salió de mi interior me indicaba que algo no iba bien.

De nuevo en marcha y descolgadísimo de un grupo al que no veía a causa de la niebla, decido apretar a tope para volver a enlazar con ellos. No quería hacer 32 kilómetros yo sólo por una carretera y bajo esa niebla.

Empiezo a marcar parciales suicidas para mí: 4:48, 4:50...
Total, 5 kilómetros por debajo de 5'/km con el único objetivo de volver a entrar en el grupo.



Por fin, aparecen sus siluetas entre la niebla y respiro aliviado. Unos kilómetros más a esos ritmos y no llego ni al 30. Y más con las piernas aún un poco cargadas tras la MMP de la media de hace siete días.

Rebaso al corredor que cerraba el grupo y cuando ya estoy tocando mi objetivo con la punta de los dedos, un nuevo apretón estomacal que me hace tirarme a la cuneta y volver a ponerme en cuclillas. No me lo podía creer. Todo el esfuerzo realizado para nada.

Asqueado, vuelvo a la carretera, donde una ciclista de la organización me espera para acompañarme y que no vaya sólo.
No tengo ni ganas de correr. Me da muchísima rabia el haberme pegado una paliza persiguiendo a un grupo invisible y, cuando por fin están ahí, vuelven a desaparecer.

Empiezo a correr. Voy entero de piernas y vació de motivación. Me empiezo a estabilizar en ritmos en torno a 5:10.

Por fortuna, la ciclista que me acompaña es una mujer muy simpática que me ayuda muchísimo. Vamos hablando continuamente y le explico mi "situación" estomacal.




Le digo que no sé si seguir o retirarme, porque tengo fatal el estómago y no asimilo nada. Cada vez que como o bebo algo, al poco he de parar a echarlo. Me desmoraliza mucho esta situación, porque de piernas voy como nunca, y también me preocupa, porque puedo deshidratarme y sufrir calambres.



De esta guisa van transcurriendo los kilómetros, hasta que en mi sexta parada a cagar (imaginaos lo desesperante de mi carrera...) noto unas ligeras ganas de vomitar. 
Kilómetro 33 de la prueba y decido que ya es suficiente.
No quiero forzar mi cuerpo más.
Hoy no tengo bien el estómago; se asume y no pasa nada.

Un coche de la Guardia Civil aparcado en el arcén para atender a otro corredor me sirve para despedirme de mi inmejorable acompañante, a la cual doy desde aquí todo mi agradecimiento por su ayuda y apoyo. 

No estoy ni cansado, pero es que no me apetece correr más así. Habrá otras maratones y he aprendido la lección: hay que abrigarse antes de empezar a correr.

Un coche de la organización me recoge y me lleva a Torrelobatón.
En un principio siento rabia y me arrepiento de no haber terminado. Eran 9 kilómetros más y sumaba mi 7ª maratón.
Pero después en frío creo que hice lo correcto. Hay que escuchar al cuerpo y no olvidar que esto es sólo una afición. Si no es el día, se para y punto. Maratones sobran, y lo importante es tener salud para poder ponerte en la línea de salida del siguiente.

Tengo una cuenta pendiente con esta carrera, y puede que en un año vuelva a cobrármela.
Eso sí, el abrigo y el paquete de clinex serán mis compañeros ineludibles de viaje, jaja.

Se acabaron los maratones durante un tiempo, y toca pensar en planificar los del próximo año.
El 24 de Abril estaremos en Düsseldorf. Ese es seguro.
La idea es acudir también el 9 de Octubre al primer Maratón de Burgos, ciudad donde reside mi hermano.
Y el resto, un abanico de opciones entre las que caerá alguna (Palencia, Pamplona, San Sebastián, Oporto)

Lo más inmediato, descansar y correr alguna carrerita más corta donde pongamos las patas a ritmos exigentes. Llega la temporada de crosses, ideales para coger fuerza, y me dejaré caer por alguno.

viernes, 13 de noviembre de 2015

MEDIA MARATÓN CIUDAD DE PALENCIA


Reencuentro con la distancia del Medio Maratón desde que corriera la Media Maratón de Segovia a mediados de abril.
Es cierto que es una distancia en la que no me prodigo mucho, y como muestra el siguiente dato: hasta esta carrera, había corrido el mismo número de maratones que de medias, 6.
Y si acabo el Maratón de los Montes Torozos, volverán a empatar.
El motivo no es que no me guste; al contrario, me parece una distancia perfecta que mezcla fondo y correr a ritmos exigentes.

Tenía la media maratón como asignatura pendiente de mejora. Mi MMP de 1:31:57 hecha en Getafe a principios del 2014 estaba ya algo obsoleta y tenía ganas de renovarla.
En los 10km sí creo que estoy muy cercano al nivel máximo que puedo dar. Bajo de 40 minutos y me siento muy satisfecho.
La maratón es otra historia. Mis entrenamientos me hacen ir falto de fondo y además el cuerpo no me pide salir a buscar mi límite. Es cierto que me gustaría ser capaz de bajar de 3:30, pero no me obsesiona en absoluto. 
Sin embargo, creo que la distancia en la que tengo mayor margen de mejora es en media maratón.
Mi objetivo debía ser bajar alguna vez de la barrera del 1:30.
Las medias maratones primaverales que hay cercanas a Valladolid me parecen una opción muy buena para lograr esa meta, ya que son varias carreras, llanas y seguidas en el calendario (Zamora o León, Dueñas, Medina del Campo, la del Cerrato, Burgos...).

Esta Media Maratón de Palencia se planteó como una carrera perfecta para volver a tomar contacto con la distancia, ya que era cercana, barata (10 euros) y podía ir con mi hermano.
No había mayor pretensión que ir los dos juntos y acercarnos al 1:35.

Tras la Maratón de Lisboa, mi hermano me dice que nada de ir juntos, que me ve en un buen momento de forma y que debería salir a por todas.
A mí no me hace mucha gracia la idea de sufrir como un perro, y menos una semana antes de mi cuarto maratón del año.

Finalmente, decido fijarme como objetivo salir a 4:25 y después, si tenía ganas y fuerzas, subir el ritmo para tratar de acercarme a mi mejor marca.

El Domingo amanece espléndido. Temperaturas cercanas a los 20º y un sol radiante. 
Llegamos con tiempo y aparcamos sin problemas al lado de la zona de meta.
Rápida recogida de dorsales y camiseta, ambos de muy buena calidad, y más teniendo en cuenta el módico precio de inscripción. Sin duda un gran detalle por parte de la organización que se agradece.

Tras cambiarnos tranquilamente y soltar "nervios" en el baño, nos colocamos en posiciones delanteras listos para empezar. Y me preocupo...
Siempre que salgo delante, el primer kilómetro suele ser mucho más rápido que el plan previsto.

A las 11 en punto nos ponemos en marcha.

Salgo bien, puedo correr sin problemas. Que el inicio de carrera sea una gran recta ayuda a poder encontrar el ritmo sin dificultad.

Palencia es una ciudad sin grandes desniveles, y que el recorrido en su primera mitad transcurra cercano al río hace que se vaya muy rápido.

Los dos primeros kilómetros los clavo en un ritmo de 3:51. Me asusto sólo con verlo, pero me veo bien y me digo que he ganado un buen margen que luego puedo necesitar.




Vamos por el carril bici paralelos al río. Es una zona rápida y muy agradable, aunque se hace un poquillo larga. 
El tercer kilómetro ya lo hago en 4:06, un ritmo muy bueno aún pero más "humano" para mí.
Sigo ganando segundos respecto a mi MMP.

Tras este inicio, ahora quiero mi mejor marca y, por qué no, mi sub 1:30.

Me noto muy bien de piernas, pero tengo problemas estomacales. Tengo muchísimos gases, y hay ocasiones en las que siento fuertes pinchazos en el estómago que me dificultan mucho el seguir el ritmo.

Después de salir del carril bici subiendo una cuesta de cierta entidad, llegamos a una carretera por una zona desierta y sin urbanizar. Es un tramo pestoso que se hace bastante largo.

En una rotonda miro hacia los atletas que vienen por detrás y cuál es mi sorpresa cuando a escasos metros de mí veo a mi hermano. El tío decía que iba a ir de paseo y le tengo pegado al cogote yendo más rápido que nunca. Me voy partiendo de risa y me alegro enormemente de verle tan bien, y más aún teniendo en cuenta que casi le tuve que traer arrastras, jaja.

Por fin, tras un giro a la derecha, enfilamos una calle que nos lleva al casco urbano.
Tras un una primera parte por parques y zonas periféricas, siempre se agradece correr por el centro de la ciudad.



Recorremos algunos de los lugares más emblemáticos de Palencia, como el Parque del Salón, la Calle Mayor o la iglesia de San Pablo.





Sí que me llamó la atención que, pese a pasar por el centro de la ciudad, prácticamente no había animación y la gente se mostraba indiferente hacia los corredores. Salvo algún grupo de personas que estaban tomando algo en las terrazas y animaban al pasar, no se notaba ningún ambiente especial.

Éste es un aspecto que los corredores valoramos muchísimo. Sentir el calor y los ánimos de la gente; ver que hay personas que consideran que lo que haces tiene mérito y que acuden para darte su apoyo es una sensación increíble. Te hace sentir especial; campeón por un día.

En este punto es inevitable acordarme de la media de Segovia. Ese ambiente único donde cada vecino sale a la calle a animar a los atletas y la ciudad entera es una fiesta.
En este caso nada que reprochar a la organización, ya que atravesar dos veces la Calle Mayor en su totalidad es un esfuerzo por su parte que desde aquí agradezco. Más no se puede hacer.

Ya de vuelta a mi carrera, completo la primera vuelta en 43:54, a un ritmo medio de 4:09 y en el puesto 127 de la general.
Las molestias producidas por los gases me están fastidiando muchísimo; es el peor momento de la carrera.
Me planteo incluso la retirada. Sólo el ver que de momento mantengo los ritmos para hacer MMP me da fuerzas para seguir.

Me llevo una gran alegría al dar la vuelta y cruzarme con mi hermano, que está a escasos 12 segundos por detrás.

La segunda vuelta me la planteo con una idea clara: mantener el gran trabajo hecho en la primera. No quiero dar nada por hecho, pero siento que me llevaría una gran decepción si no consigo bajar de 1:30 o, al menos, hacer MMP.

En este segundo giro los ritmos me salen sin ninguna continuidad: marco algunos por debajo de de 4:10 y otros incluso por encima de 4:30, acusando el cansancio y sobre todo los momentos donde me dan los pinchazos estomacales anteriormente comentados.

Cada kilómetro parece el doble de largo que en la primera vuelta. Sólo pienso en llegar a meta y poder certificar algo que ni me imaginaba a estas alturas: bajar de 1:30 es una barrera que veía lejana.

De nuevo en el casco urbano.
Justo llegando al Salón me da un pinchazo muy fuerte que casi me hace pararme en seco. Acorto muchísimo la zancada y me cuesta ponerme derecho a causa del dolor agudo que siento en la barriga.
Marco el kilómetro 20 en 4:37 y me entra el pánico. Si voy así o empeoro se habrá esfumado la opción de bajar de 1:30 y todo el esfuerzo habrá sido en vano.

Intento apretar los dientes pero es imposible, no puedo subir el ritmo estando así. Me desespero.

Por fortuna, consigo eliminar gases y el dolor desaparece, y me lanzo a todo lo que puedo en busca de la línea de meta.
Voy fundido, pero tras el último giro ya se ve el reloj y por fin compruebo que sí, que lo tengo hecho.

Casi ni me lo creo. Ha sido algo totalmente inesperado y encima muy sufrido por culpa de los dichosos gases, pero lo voy a conseguir. Disfruto mucho de los últimos metros, aprieto el puño con rabia y paro el reloj en un tiempo de 1:29:34.




La segunda vuelta la he completado en 45:39, a un ritmo de 4:19, para un ritmo medio global de 4:14 y acabando en el puesto 119 de la general.

Estoy vacío pero muy muy contento. Enseguida estoy pendiente de ver si llega mi hermano, y mi alegría es enorme cuando veo que va a entrar dentro del 1:30. Le animo, me sonríe y chocamos la mano. Nada más entrar, nos abrazamos y casi ni nos creemos lo que acabamos de hacer.

Yo he dado un mordisco de 1:43 a mi marca, pero es que mi hermano venía con un mejor tiempo de 1:34:57 y se ha cascado aquí 1:30:46. Espectacular!!

Para rematar, una bolsa del corredor completísima y llena de comida y bebida. Muy bien por parte de la organización, de verdad. Enhorabuena.

Con la satisfacción del deber cumplido nos sentamos tranquilamente en el parque junto al río, donde nos contamos nuestras respectivas carreras mientras nos ponemos "morados".

El domingo 15 disputaré la Maratón de los Montes Torozos. No tengo ninguna pretensión de tiempos, y sólo espero que las piernas me aguanten un poquito más y me dejen completar mi cuarto maratón del año.


jueves, 5 de noviembre de 2015

ROCK N ROLL MARATONA DE LISBOA

Ésta no va a ser una crónica más dentro de mi blog. No puede serlo.

Ha sido mi primera maratón internacional, y la he disfrutado con la mejor compañía posible: mi hermano y mi amigo Alejandro.
Un fin de semana largo e intenso, donde ha habido de todo, y que siempre recordaré.

Mi crónica sobre la Maratón de Lisboa comienza con una llamada de teléfono de mi amigo Alejandro el jueves previo a la carrera: tenía guardia en el cuartel y no podía venir con nosotros el viernes. Iría el sábado después de comer, con el tiempo justo para recoger la bolsa del corredor en la feria del corredor.

Al día siguiente, mi hermano y yo cogíamos un tren a Madrid a las 17:45, para posteriormente dirigirnos en cercanías al aeropuerto. El vuelo salía a las 22h, por lo que teníamos tiempo de sobra.
En el trayecto, comentarios sobre la experiencia que estábamos a punto de vivir.
El objetivo era tratar de bajar de las 4 horas.
Mi hermano necesitaba ver que era capaz de hacerlo. Tras su retirada en el Maratón de los Montes Torozos hace 11 meses, tenía que recuperar la confianza perdida en sí mismo.
Yo sabía que podía hacerlo de sobra, pero tenía miedo de que algo se torciera y ya no quisiera correr más maratones.

Una vez en el aeropuerto, esperando en la puerta de embarque, nos anuncian un retraso en el vuelo de 1:17. Maravilloso...
Eso nos suponía llegar no antes de la 1 de la mañana a la Pensión da Terceira, donde había hecho la reserva.
Ante ese panorama, llamé al dueño para avisarle de que llegaríamos muy tarde, y me dijo que él nos esperaba.
Más tranquilos, realizamos el breve vuelo entre las dos capitales ibéricas.

Tras un trayecto en metro y alguna dificultad para encontrar la pensión (era de noche, llovía y la zona estaba abarrotada de gente de fiesta), por fin podemos descansar.
Devoramos la cena que traíamos en la maleta y sobre las 2:30 de la madrugada nos vamos a dormir.

La mañana del sábado amanece jarreando agua y con un viento muy fuerte. 
Nuestra idea era reunirnos con Alejandro en el Parque de las Naciones sobre las 17h para recoger la bolsa del corredor, y dedicar la mañana a visitar Los Jerónimos y la Torre de Belem.
A los 5 minutos de pisar la calle decidimos abortar.
Era imposible. Y estar todo el día empapados no es lo más aconsejable antes de una maratón...

Por lo tanto, cambio de planes: iríamos a la zona del Parque de las Naciones y pasaríamos la mañana en el centro comercial.
Al llegar allí, fuimos a comprar comida y bebida, y curioseamos un poco por algunas tiendas.

La lluvia bajaba de intensidad, y decidimos ir al Pabellón Atlántico a recoger nuestra bolsa del corredor.
La feria era muy pequeñita; apenas unos pocos stands de algunas marcas deportivas y poco más.
Recogida muy rápida y cómoda.

Ya con los deberes hechos, decidimos ir a comer.
Un par de bocatas en el Pans que nos entran de lujo.

La tarde se ha quedado estupenda. No llueve, e incluso empieza a salir el sol.
Nos damos un tranquilo y agradable paseo pegados al mar y contemplando el puente Vasco da Gama que nos sirve para calmar los nervios y ver la carrera del día siguiente con mayor optimismo.
Hay que ver lo que a veces consiguen cuatro rayitos de sol...

A la hora prevista aparece Alejandro, y le acompañamos a que recoja su bolsa del corredor.
Un breve paseito por la zona y al super a pillar la cena y el desayuno del día siguiente.

Ya en las habitaciones, cenamos los tres juntos comentando la carrera de dentro de unas horas y otras pasadas y futuras, y a descansar todo lo que fuera posible.

A las 5 de la mañana suena la alarma y nos ponemos en marcha. Desayuno ya tradicional pre maratoniano (sandwich de pavo, galletas y zumo), preparar el equipamiento de faena, y rumbo a la estación para coger uno de los trenes que la organización había puesto para trasladar a los corredores a Cascais, donde se situaba la salida.

En el tren coincidimos con otro corredor español, y vamos todo el viaje muy entretenidos contándonos nuestras batallitas en esto del running.
Y a la vez, todos los dedos cruzados para que no lloviera, ya que al despertarnos de nuevo jarreaba agua.

Sobre las 7:20 llegamos a Cascais, una bonita población costera. No llueve, y el cielo presenta algunos pequeños claros que nos dan esperanzas.

Tras un paseo muy agradable de 10-15 minutillos llegamos a la zona de salida.
Vamos al ropero a dejar la bolsa con la ropa para cambiarnos en la meta. Está muy bien organizado, y como somos 5.000 maratonianos (tope fijado por la organización), es todo muy rápido.

El siguiente paso ya no lo es tanto: colas interminables para entrar a las cabinas y soltar lastre.Y encima se pone a llover!!
Por suerte quedó en un susto.
Finalmente, y a 5 minutos del inicio, nos salimos de la fila y evacuamos detrás de un pequeño muro.
Rumbo a la zona de salida, totalmente colapsada por los corredores al ser muy estrecha, y donde encontramos un hueco saltando la valla.

Todo listo!!!
En nada, empezamos nuestros primeros 42.195 metros en el extranjero. Quién nos lo iba a decir hace no mucho...




Cuenta atrás y a correr.
El plan de carrera es movernos en la franja de 5:30 - 5:20 hasta el kilómetro 30, y a partir de ahí, lo que las piernas digan.

Los primeros metros son cuesta arriba. Vamos tranquilos y disfrutando. Brilla el sol y Cascais luce estupenda.

Los primeros kilómetros son todos un sube-baja contínuo: cuestas de cierta entidad seguidas de unas buenas y largas bajadas. No se suponía que este maratón era llano?

Nosotros vamos a lo nuestro, controlando el ritmo y con una animada charleta que hace que los kilómetros vuelen sin darnos cuenta.
El recorrido va pegado al mar en todo momento, y vamos atravesando distintas localidades costeras que unen Cascais con Lisboa, entre las que destaca Estoril y su casino.

En éstas, llegamos al kilómetro 10, primera referencia de carrera, en un tiempo de 53 minutos.
Vamos muy cómodos y clavando los ritmos. No hay rastro de lluvia. Disfrutando al máximo.





La carrera avanza con normalidad, y ya vemos pensando en acercarnos a la media maratón.
Sobre el kilómetro 18, el recorrido nos lleva por un paseo pegado a las rocas de la playa donde hay chicos y chicas portando banderas de diferentes países. 
Yo no voy cómodo.
Tengo el estómago un poco revuelto y las sensaciones son extrañas.
Quiero llegar al primer avituallamiento sólido y comer algo para ver si mejora la cosa.
Lo comento con mi hermano y me dice que él también anda con el estómago dando guerra, y que en la próxima cabina va a entrar a evacuar.

Justo antes del paso por mitad de carrera encontramos un par de cabinas libres, y ya que tengo que esperar, decido usar una de ellas para ver si sale algo. Y si salió, si...

Ahora ya más ligeritos llegamos al paso por la media maratón en 1:55.
Queda media carrera y las sensaciones son estupendas.

Al poco entramos en Lisboa.
Vamos por una enorme recta paralela al mar, y desde la cual podemos observar monumentos tan emblemáticos como la Torre de Belem, el Puente 25 de Abril o el Monumento a los Descubrimientos.

No hay apenas animación. Se nota que es un maratón "en construcción" y que la ciudad no se vuelca en absoluto con él.

Al llegar al avituallamiento sólido, cogemos naranjas, pero no vemos los plátanos que estaban en una caja que había en el suelo hasta que no pasamos al lado, y ya no vamos a dar la vuelta a por ellos.

Me preocupa no ingerir nada sólido, y decidimos por primera vez coger un gel en el avituallamiento especial que los ofrecía.

Mi hermano vuelve a ir mal del estómago. Siente rabia por hacerme parar y perder tiempo, pero le digo que no se preocupe y que es mejor que pare y se quite esa molestia, que no nos jugamos nada y que sino iba a ser peor más adelante.

En la siguiente cabina que vemos entra y alivia sus males, saliendo purificado y listo para afrontar la parte final.
Estamos casi en el kilómetro 30.
En este punto nos rebasa el globo de las 4 horas. Miro el GPS y veo que no puede ser. Nosotros vamos claramente por debajo.
Enseguida nos damos cuenta de que la liebre va a tirones, y como consecuencia va descolgando a todos los atletas que tratan de ir con él.
A nosotros no nos perjudicó, pero me parecen muy mal ese tipo de actuaciones por parte de unas personas encargadas de servir de guía y de referencia fiable a los demás atletas.

Dejamos atrás de nuevo al globo y seguimos a lo nuestro, dispuestos a disfrutar del mejor tramo de la carrera: del kilómetro 30 al 32 se pasa por el centro de la ciudad, rodeando la magnífica Plaza del Comercio. Es la zona con mayor animación de todo el recorrido, y uno desea que esos dos kilómetros no acaben nunca.






Pero acaban, y la carrera nos lleva por un polígono industrial y unos astilleros, camino del Parque de las Naciones.
Ya no miramos el GPS; nos da igual el ritmo. Corremos por sensaciones, sabiendo que si no hay imprevistos bajaremos holgadamente de las 4 horas.

Por si el tramo final no fuera suficientemente feo, los últimos 8 kilómetros se nos unen los corredores de la Media Maratón. 
De repente, una manada de atletas a distintos ritmos se juntan en un tramo demasiado estrecho para ese número de corredores, lo que provoca parones, frenazos, ralentización en los avituallamientos...
Muy mal por parte de la organización.

Y además está el aspecto moral: a nadie le gusta después de más de 30 kilómetros de esfuerzo verse superado por infinidad de corredores que van mucho más frescos y que "tapan" de algún modo el mérito de los absolutos protagonistas del día: los maratonianos.

Nosotros sólo deseamos llegar el Parque de las Naciones.
Estamos muy cerca de completar nuestro primer maratón internacional y, en el caso de mi hermano, de confirmarse a sí mismo que domina la distancia.

El recorrido presenta un par de subidas que a esas alturas hacen bastante daño, pero las ganas enormes por llegar pueden con todo y las superamos con confianza.

Por fin estamos en la zona de meta.
Carril izquierdo para los corredores de la Media y derecho para los maratonianos.
Pasamos por delante de la Estación de Oriente.
Empezamos a saborear el momento.
Queda un giro a la derecha y recta de meta.






Sabemos que vamos a bajar de 3:55, y bajamos el ritmo para hacer nuestra clásica entrada, que despierta las risas del público allí presente y que incluso nos hace merecedores de ser entrevistados por el speaker de la carrera. Un momento divertido y sin duda un gran broche final a esta sensacional experiencia.






El tiempo, aunque fue lo de menos, 3:52:34; lo cual nos dejó muy satisfechos e hizo que el objetivo con el que vinimos a Lisboa se cumpliera con creces.
Sin las dos paradas técnicas habríamos bajado de 3:50, pero eso son imprevistos que pueden surgir en cualquier momento y que no estropean ni un ápice la enorme satisfacción que sentimos.

Para dos personas que entrenan tres días a la semana con un balance semanal de unos 45 kilómetros, creo que está más que bien el poder disfrutar de correr maratones con garantías y de movernos cómodamente en ritmos cercanos a 5:20-5:30.
Nosotros, al menos, sí estamos muy orgullosos y satisfechos, y eso al fin y al cabo es lo más importante.

Ya en meta, entrega de una bonita medalla y de un helado que sabe a gloria.




Rápida recogida del ropero y ya cambiados nos disponemos a volver a nuestro alojamiento para ducharnos y poner el punto y final a esta fantástica experiencia.

Haber vivido este fin de semana junto a mi hermano y compartir con él cada segundo de esta experiencia no tiene precio.

En cuanto al maratón en sí, comentar que tiene muchos puntos fuertes, como el recorrido (hasta el kilómetro 32), la organización de los transportes a la salida y el ropero, la camiseta y la medalla...; y otros aspectos a mejorar, como el tramo final cuando se unen los atletas de la Media y la poca animación e implicación de la ciudad con la carrera. Es cierto que Lisboa es una ciudad con muchas cuestas, lo que obliga a pasar junto al mar si se quiere evitarlas, pero se agradecería algún kilómetro más por el centro de la ciudad y dejarse llevar por los ánimos de la gente.

Maratón en claras vías de desarrollo a pesar de la  IAAF Gold Label, ya que es un maratón limitado a 5.000 participantes.
Eso sí, muy recomendable, bonito y cómodo. Merece la pena, desde luego.
Si tuviera que calificarlo con una nota, sería un 7'5.

En el plano personal, éste ha sido mi sexto maratón y el tercero de este 2.015, todos ellos por debajo de las 4 horas.
El 15 de Noviembre volveré a participar en el Maratón de los Montes Torozos, el de casa, sin más pretensiones que disfrutar de una distancia que me apasiona.

Y como plato fuerte para el próximo año, ya tenemos maratón internacional confirmado: el 24 de Abril estaremos en el Metro Group Marathon Düsseldorf. 

A disfrutar!!!