domingo, 11 de mayo de 2014

CARRERA POPULAR DE LA ANTIGUA



Esta carrera me ha servido para volver a disfrutar de lo que significa ser atleta popular. Y lo echaba mucho de menos...

Tras un mes de Abril muy exigente con las carreras de Miranda de Ebro y la Maratón de Madrid, me sentía totalmente agotado, física y sobre todo mentalmente. Han sido dos carreras en las que he sufrido mucho, y la maratón además me pasó demasiada factura en el estado anímico.
Por si fuera poco, me hice un esguince en el pie izquierdo que me obligaba a cojear, y me obligó a tener que apartarme de lo que más me gusta: correr.

He tenido que cancelar las tres carreras a las que estaba inscrito en este mes de Mayo: la 1/2 Media Maratón Universitaria, una carrera pedestre en Cantimpalos, y el TAD en Soria. 
El objetivo prioritario es poder acudir a la maratón de Aguilar de Campoo el 1 de Junio junto a mi hermano.
Es una cita ineludible para mí. Sea cual sea mi estado de forma voy a acudir, y por eso estoy centrado al máximo en que mi pie llegue lo mejor posible.

Estoy yendo a fisioterapia y machacándome a hacer bici para no perder la forma y recuperarme lo antes posible. 
El Miércoles, de mutuo acuerdo con mi fisio, volví a calzarme las zapatillas de correr.
La sensación fue increíble, y disfruté como nunca de poder correr. Simplemente era eso: poder correr.
En entreno consistió en rodar 30 minutos muy suaves, 12 cuestas de 30", 4 series de 2' recuperando 1' y rodar otros 10'. El pie aguantaba bien.

Tras otra charla con mi fisio y analizar el estado de mi pie, recibí luz verde para aumentar el nivel de exigencia. Y esta carrera se cruzó en mi camino.
8200m,distancia asumible y perfecta para forzar el pie a un ritmo más elevado.
Inscrito.

La carrera transcurre por el centro de Valladolid, pasando por muchos de sus monumentos más destacados:  Antigua, San Pablo, Santa Cruz, Catedral, Museo de Escultura...
Además, el año pasado no la disputé, ya que me coincidió con la Sanitas Marca Running Series de Segovia.
Por todo ello, acudía con muchas ganas a esta cita.

La temperatura es ideal, un día soleado con el calor aun dándonos un respiro.

Aunque el plan inicial era salir controlando y correr en progresión, me sitúo en primera línea de salida junto a los favoritos. Ya que estoy tan bien colocadito, habrá que salir a tope, jeje.

Y eso hago precisamente. Salgo a todo lo que puedo, más adelante que nunca, pero obviamente no me durará mucho...
Las piernas me pesan y no voy fluido, y cada vez me cuesta más mantener el ritmo. Cada vez me superan más atletas, y llega un punto en el que ya estoy empezando a sufrir.
Decido (qué remedio...) levantar el pie  y poco a poco tratar de encontrar un ritmo que me sea cómodo.







Tras un tramo en el que iba bastante justito, por fin logro estabilizarme y llevar un buen ritmo que me permite entrar en meta muy entero y con buenas sensaciones en un tiempo de 32:38, a un ritmo medio de 3:59'/km.





Es cierto que no ha sido mi mejor carrera y he estado un paso por detrás del nivel que he demostrado anteriormente en carreras de este estilo, pero me siento muy satisfecho y mi estado de ánimo es muy positivo.

El pie ha respondido sin ningún problema, ni lo he notado. He vuelto a disfrutar corriendo, que ya tocaba; por lo que el balance de esta carrera es inmejorable.

¿El tiempo? Pues sin ser todo lo bueno que podría haber sido (me ha ganado gente que suele llegar detrás de mí habitualmente) sí que considero que es aceptable, y me ha servido para exigirle más al pie, que era de lo que se trataba.
Puede que el volver a meter pesas en mis rutinas de entrenamiento después de un mes y la inactividad de estas dos semanas me haya pasado factura. No me importa en este momento.
Ya habrá tiempo de volver a coger el punto de forma óptimo.
Ahora se trata de curar bien el pie y de disfrutar con esta maravillosa afición.

El 1 de Junio me espera de nuevo Filípides y su mítica maratón. Esta vez no iré solo: mi mejor compañero posible me acompañará en este desafío. No me pongo marca; sólo me exijo disfrutar de cada paso que dé en uno de los maratones más especiales que un runner puede correr. Pero eso ya será en el próximo capítulo...









jueves, 1 de mayo de 2014

ROCK N ROLL MADRID MARATÓN



Era la carrera más esperada del año. Mi debut en la distancia mítica. La meta de todo runner.
Pues bien; ahora puedo decir que soy "maratoniano", entre comillas. Esta es la historia de mi primer maratón:

A las 6:30h del Domingo pasaba a recogerme mi amigo Alejandro y nos dirigimos al punto de encuentro donde un autobús nos llevaría a Madrid. En total, eramos una expedición de 15 personas.
Yo voy tranquilo y confiado en mis posibilidades. Estoy convencido de poder hacer 3h30.

Cuando llegamos a Madrid, ya son casi las 8:30, y la carrera de 10km ya ha comenzado. Un policía nos dice que no podemos acercarnos más, que está todo cortado. Nos toca bajarnos y correr una distancia de 3km en menos de 20 minutos. Ideal antes de una maratón...

Finalmente, llegamos a la Cibeles y me coloco en mi cajón correspondiente. No hay nervios, sólo ganas de empezar a correr y disfrutar de esta experiencia.
A ritmo de ACDC y su "Highway to Hell" se da la salida. 42.195 metros me separan de mi meta más deseada.

El ritmo inicial es cómodo y relajado. Queda mucho por delante y hay mucha gente. Paso el primer kilómetro en 5:38.

Vamos subiendo La Castellana rumbo al Santiago Bernabeu. En este tramo me dedico a observar cada detalle de la carrera: el público, las caras de la gente, sus indumentarias (fui adelantado por Batman y Robin)...; en resumen, disfrutaba.

El paso por el kilómetro 5 es ligeramente superior a los 27 minutos.Y es aquí donde mi cabeza y mi inexperiencia, por no decir estupidez, empiezan a fraguar lo que a la postre sería mi perdición (unido a otros factores). Comienzo a pensar en tiempos y me olvido de disfrutar. Me digo que voy más de dos minutos retrasado de mi tiempo objetivo y que los tengo que recuperar. Y poco a poco incremento el ritmo.

Tengo que ir dando acelerones continuos para ir pasando gente, y para recuperar el tiempo perdido en los avituallamientos. Llevaba una pulsera con los tiempos de paso para hacer 3:30, y no recuerdo en qué kilómetro fue, si en el 10 o en el 15, pero sé que me puse acorde con mis pasos marcados.

La carrera sigue avanzando y me encuentro bien. Es impresionante pasar por Gran Vía y Sol abarrotadas de gente que no para de animar. El próximo objetivo es pasar el ecuador de la carrera, al cual llego en 1:47:38, dos minutos y medio peor de lo que tenía previsto. No me explico aun qué me pasó, pero para nada tuve la sensación de haber bajado tanto el ritmo. Algo no iba bien.

Poco a poco la carrera me lleva hacia La Casa de Campo, punto donde los veteranos en esta prueba señalan que empieza de verdad la maratón. En este punto ya me noto muy justo de fuerzas, y tengo que hacer esfuerzos por no echarme a andar. Estoy empezando a sufrir la dureza de la carrera.

Salgo de la CDC a duras penas. Es el km 30; quedan 12, y mentalmente es un golpe brutal para mí.
Sigo avanzando a un ritmo muy lento. Los kilómetros parece que no pasan y las piernas me pesan cada vez más. Además, estoy empezando a notar un dolor intenso en el pie izquierdo que no me deja apoyar bien.

En el km 32 la situación me supera y decido echar pie a tierra. Cada paso que doy andando se me clava en lo más profundo de mí. Los que me conocen saben como odio rendirme y dejar de luchar. Pero hoy no podía más.

Para tratar de motivarme, me fijo la meta de bajar de las 4 horas. Esto me anima momentáneamente y echo a correr de nuevo. Pero será breve. No puedo ni con mi alma. Las piernas no van, y me noto vacío y desanimado. Siento que he fracasado y me he fallado a mí mismo.

Paso los kilómetros alternando trotar con caminar, aunque esto último va ganando cada vez más y más protagonismo. Cada punto kilométrico se me hace una eternidad. Pienso en retirarme. No quiero acabar así, arrastrándome. No quiero una medalla que me recuerde mi fracaso.

No para de pasarme gente, y me muero de envidia al ver a muchos de ellos sonriendo y disfrutando de la carrera. También veo a otros más tocados que yo tirados en los bordillos con las piernas totalmente acalambradas.

En estas llego al km 40, y ya decido que voy a terminar. El objetivo de bajar de 4 horas también se ha esfumado. Sólo quiero llegar y mandarlo todo a la mierda. Andando veo el cartel del km 41, y decido echar a correr. Un trote cochinero, pero al menos no es andar. 
Empieza a verse el Retiro. Madrid está inundado de gente animando sin parar. Pienso en lo increíble que habría sido vivir ese ambiente como un triunfador, en vez de haberme arrastrado por la ciudad.
La entrada en el parque pone los pelos de punta.
Un pasillo de gente te lleva hacia la meta.
No sonrío, no levanto los brazos. No hay nada que celebrar.
Soy un finisher, no un maratoniano. La distancia me ha derrotado. No me valen las típicas frases de "has terminado y eso ya es un éxito" y similares. Para mí no lo es. No he entrenado para andar casi 5km y para hacer más de 4 horas. He fracasado y sólo yo sé lo que me duele.

Al final, 4h11 que quedarán para siempre como mi penoso debut en una maratón. Me ponen la medalla y no me sabe a nada. Un cacho de metal que me han dado por andar, no por correr.



Estoy destrozado, física y mentalmente. El pie izquierdo me duele muchísimo (de hecho, aun hoy no puedo andar bien y lo tengo hinchado).
No hay excusas.

He reflexionado mucho desde el Domingo, y he sacado varias conclusiones:
- Nada de tiempos; el único objetivo será disfrutar (cosa que no he podido o sabido hacer en este)
- Llevar un ritmo muy conservador hasta el km 30
- Entrenar más. Yo corro tres días a la semana entre 40-50km. No ha sido suficiente. No pienso aumentar mis sesiones semanales de carrera, pero sí subir los kilómetros semanales a 55-60 y meter dos sesiones semanales de una hora de bicicleta.

Si el pie me deja, el 1 de Junio en Aguilar de Campoo volveré a enfrentarme a la distancia. La preparación de Mayo va a ser nula, pero confío en saber correr con más cabeza y no perseguir ningún tiempo concreto. Quiero disfrutar de esta carrera mítica y sentirme maratoniano. Sin comillas.

Sobre el maratón de Madrid, sólo puedo hablar bien. La experiencia de correr por la principales calles de la capital es impagable, y el público es sencillamente espectacular. Los últimos kilómetros tienen que ser inolvidables si se va con fuerzas, porque la gente anima sin parar y te hace sentir un campeón. Y la meta en el Retiro es mágica. Tengo una cuenta pendiente con esta carrera y seguro voy a volver para vivirla como se merece.

En un mes y junto a mi hermano, espero poder decir con orgullo que he corrido una maratón.