viernes, 29 de abril de 2016

METRO GROUP MARATHON DÜSSELDORF


Primera maratón del año y segunda internacional para el currículo tras Lisboa.
Cuando mi hermano y yo decidimos inscribirnos a esta maratón, teníamos claro que ahora sí iba a ser "correr en el extranjero" de verdad.
Lisboa fue una gran experiencia y un maratón muy recomendable, pero es cierto que el "salto" de pasar de correr en España a correr allí es mínimo. Misma cultura, idioma muy similar...
Para nuestra maratón internacional de este año buscábamos una experiencia completamente distinta; queríamos conocer un nuevo país y una nueva cultura maratoniana.
La elección fue Copenhague, pero unos horarios de vuelos excesivamente ajustados a mi trabajo nos hicieron descartar esa opción (con todo el dolor de nuestro corazón, dicho sea de paso). Mi imposibilidad de coger días libres me limita muchísimo a la hora de montar estas expediciones maratonianas, pero bueno, hay que ajustarse a la situación que le toca a cada uno.
Por lo tanto, tras habernos hecho la idea en verano de que correríamos en Copenhague, nos veíamos de nuevo en el punto de salida para buscar una nueva maratón internacional.

Se da la curiosidad de que, cuando elegimos Lisboa como nuestro primer destino foráneo, yo dije en plan bobada: "Lisboa 2015, Düsseldorf 2016 y Estocolmo 2017".
Me llamaba la atención el cartel que promocionaba la carrera en la revista Distance Running, e incluso en la feria del corredor de Barcelona cogí el folleto del stand de esta maratón.

Fue entonces cuando mi hermano reactivó la opción alemana y comprobó que los vuelos cuadraban a la perfección. Ni una palabra más; teníamos destino y objetivo a la vista: el Metro Group Marathon Düsseldorf. Era el destino...
Como nota informativa, decir que mi "predicción" de 2017 es imposible debido a mi trabajo, así que esta vez nos va a tocar pensar, jaja.

Para esta maratón ya comenté anteriormente que mi hermano y yo decidimos aumentar la exigencia con respecto a Lisboa, y tratar de movernos en un ritmo de 4:55 - 5:05.
Para nosotros es un gran reto porque, aunque tengamos tiempos en media maratón para aspirar a un ritmo más alto, no podemos pasar por alto nuestra realidad, y esa es que hacemos unos 45-50km semanales, por lo que vamos muy cortos de fondo para mayores empresas.
Además, no nos atrae lo más mínimo esa "marquitis" que hay en torno a esta distancia, sobre todo en España, que parece que sólo se disfruta de un maratón si se hace el tiempo X en meta, o que sólo se puede ir a Sevilla y Valencia año tras año porque son muy rápidos. Respeto a quienes lo hagan, pero repito que eso no va con nosotros.
Nosotros corremos para disfrutar, no nos desvivimos por parar el reloj en un tiempo determinado y basamos en ello nuestra satisfacción.

Los ritmos en entrenamientos y carreras estaban saliendo, por lo que llegábamos preparados mejor que nunca.
Todo estaba dispuesto para disfrutar de un acontecimiento así como se merece.

El viernes a las 15:20 iniciamos nuestra segunda aventura maratoniana internacional. 
En Chamartín nos reunimos con Alejandro y de allí al aeropuerto.
Tras un vuelo sin problemas, llegamos a Düsseldorf, ciudad más rica de Alemania y con las tiendas de las firmas más lujosas.

El traslado desde el aeropuerto es muy sencillo, ya que sólo hay que coger el tren de cercanías S11 hasta la estación de la ciudad, Düsseldorf HDF, en un trayecto de apenas 15 minutos.
Nuestro alojamiento, el Hotel Bejuna, está situado a escasos 5 minutos andando desde la estación y a otros 5 de la feria del corredor. Además, el Alstad o casco antiguo y la zona de Salida/Meta se encontraban a 1'5km, por lo que nuestros desplazamientos por la ciudad eran muy cómodos.

Cenamos nuestra ya clásica empanada paterna de viernes premaratoniano y a la cama a descansar.

El Sábado iba a estar dedicado a recoger los dorsales a primera hora y a hacer turismo.
Düsseldorf es una ciudad moderna, con grandes avenidas, tiendas y hoteles de lujo y muchos parques y zonas verdes. Además, la denominada "ciudad del Rhin" gira en torno al río, y el magnífico paseo paralelo a su rivera recoge los edificios y lugares más emblemáticos.

La recogida de dorsales y la feria del corredor abren a las 10h en un imponente edificio acristalado, sede del banco patrocinador de la carrera. Es una feria pequeña pero bien organizada, con varios stands de otras maratones alemanas y algunos productos deportivos a la venta. 
La camiseta de la prueba había que comprarla al realizar la inscripción, y costaba 20 euros. Es de la marca Diadora y la verdad es que es muy bonita; merece la pena.

En cuanto a la climatología, el Sábado las previsiones daban la posibilidad de lluvias leves y temperaturas suaves. Para el domingo, sin embargo, las previsiones de lluvia se mantenían pero las temperaturas bajaban bastante.

Ya el Sábado pudimos comprobar mientras pateábamos la ciudad que había algunas zonas (especialmente las cercanas al río) en las que el aire soplaba con fuerza y bajaba mucho la sensación térmica.

Tras recorrer gran parte de la ciudad y alucinar con los precios de los artículos expuestos en los escaparates de la Konigsallee (una de las calles comerciales más lujosas y bonitas de Europa), llega la hora de cargar hidratos, y el restaurante italiano Pinocchio con sus excelentes pizzas caseras desde luego fue una magnífica opción para hacerlo.

Ya comidos, otro paseito para hacer la digestión. En multitud de calles por las que pasamos estaba ya pintada en el suelo la línea azul que marca el recorrido ideal a seguir en la prueba de mañana, por lo que vamos comentando los tres nuestras observaciones y pensamientos de la gran cita que estaba por llegar.

Antes de recogernos en nuestro hotel, dos paradas obligadas: la primera para degustar la cerveza típica del lugar, la Altbier; y la segunda en un supermercado para comprarnos la cena.

Ya sólo queda descansar bien para el gran día.

A las 6:30 nos levantamos, e iniciamos el clásico ritual de desayuno y preparativos de material.

A las 8:15, 45 minutos antes de la salida, ya estamos en la zona habilitada como ropero, donde destacan varias carpas en las que, además del mencionado, se ofrecerán servicios de masaje, ducha y avituallamiento final al terminar la carrera.
Otro aspecto muy destacado es la gran cantidad de cabinas de baño presentes en la zona de salida, por lo que las colas son mínimas y todos podemos liberar esas "tensiones" tan necesarias antes de enfrentarte a una prueba de esta magnitud.

El tiempo es bastante frío, y eso aumenta aún más las ganas de empezar a correr.
La lluvia, sin embargo, parece que no va a hacer acto de presencia, al menos de momento.

Justo antes de comenzar, decidimos colocarnos tras los globos de 3:30 para, si comprobamos que mantienen el ritmo que deberían, utilizarlos como referencia e ir con ellos.

La salida se produce de forma escalonada, con lo cual, no hay ningún tipo de agobio y se puede encontrar el ritmo desde el principio.

Desde el primer momento vemos que los globos van a un ritmo bastante constante (en torno a 4:55), con pequeñas variaciones en algunos kilómetros pero todo dentro de lo establecido. La verdad es que realizaron su labor de forma excelente, teniendo en cuenta la dificultad y lo mal que lo hacen las liebres en otras carreras (sin ir más lejos, en Lisboa o Segovia, por ejemplo).

Por lo tanto, nos integramos en el numeroso grupo de atletas que seguíamos a los globos de 3:30, donde algunos de ellos se convertirían en anónimos compañeros de muchos kilómetros.
Mención especial para Lewandowski, un corredor ataviado con la camiseta de dicho jugador, guantes del Bayern y gorra y medias rojas, que nos llamaba la atención por su modo imperturbable de correr: siempre en línea recta, siempre la misma postura; como un robot.
La verdad es que es una gran experiencia ir observando a la gente que se enfrenta a este reto tan enorme a la vez que tú y descubrir sus manías y peculiaridades, que todos tenemos, y darte cuenta de las mil y una maneras con las que se puede afrontar un maratón.

El tiempo para correr este tipo de distancia es muy bueno, ya que hace fresquito y apenas se suda y, de momento, la lluvia no hace acto de presencia.

Los kilómetros van cayendo muy deprisa, lo cuál siempre es una excelente señal, y nos plantamos en el kilómetro 10 en un tiempo de 49:55. Primer mini objetivo alcanzado; vamos a por la mitad de carrera.

Nosotros nunca cogemos nada en los avituallamientos antes del kilómetro 10, y nunca comemos hasta la media maratón. No sé si es lo idóneo o no, pero nosotros lo hacemos así y nos va bien.



Ahora la carrera nos lleva al otro lado del Rhin, cruzando uno de sus puentes, por el cuál volveremos a cruzar de nuevo buscando el núcleo urbano sobre el kilómetro 23.
Dicho puente presenta los dos mayores desniveles de la carrera, que destaca por ser completamente llana.

Cuando cruzamos el puente, nos cruzamos con los atletas que encabezan la prueba, y resulta increíble ver los ritmos y las zancadas que llevan. Desde luego juegan en otra liga, jaja.

La parte de la carrera al otro lado del río es muy diferente, y las calles son mucho más estrechas.
En esta parte, además, el aire se hace notar con más fuerza y, tradicionalmente, estos kilómetros centrales suelen hacerse bastante duros, ya que es cuando el cuerpo tiene que ir asimilando que hoy va a tocar correr más de lo habitual.

Por todo ello, mi hermano apunta como momento clave para la moral el volver a cruzar el puente, y lo cierto es que no puedo estar más de acuerdo con él.
Volver a la zona central de la ciudad, superar las dos subidas de la prueba y dejar atrás esa zona habiendo pasado el punto medio, se presumía clave.

De camino, llegamos al arco de la Media Maratón en un tiempo de 1:44:53, con el desfase de metros incluido, por lo que recorrimos los primeros 21 kilómetros en 1:43 largos, un tiempo de paso excelente para nosotros (11-12 minutos más rápido que en Lisboa).

Ahora sí llega el momento de enfilar el puente de "vuelta" a Düsseldorf. El kilómetro 30 es nuestra siguiente referencia.

En este punto haré una pausa para hablar de los avituallamientos, y no puedo usar otro calificativo que no sea excelentes.
Agua e isotónicas en vasos de cartón, y había tantos que no te quedabas sin coger uno ni aunque quisieras.
Además, plátanos ya cortados y sin cáscara. Ojo a esto último, ya que siempre te toca estar pelándolos, y encima suelen estar ya un poco revenidos. Sin embargo, estos plátanos, al menos los que cogí yo, estaban en perfectas condiciones.
Por último, un par de avituallamientos de geles, de los cuáles cogimos el primero de ellos un poco antes de llegar al kilómetro 30.

Es más o menos a esta altura donde, en un avituallamiento, se nos escapan los globos unos metros, que a la postre ya serían irrecuperables (aunque lo cierto es que en ningún momento pretendimos hacerlo).

En el kilómetro 30 de una maratón ya dejan de importar los ritmos y el gps. Ahora serán las piernas y las fuerzas que queden las que marcarán el resultado final.
Por fortuna, los kilómetros siguen cayendo a los mismos ritmos que cuando íbamos tras los globos, lo cuál indica que de momento tenemos gasolina en el depósito.




He dicho que los kilómetros caían al mismo ritmo, y es cierto, pero para las piernas. Para la cabeza, cada kilómetro parecen 5 de antes, y la cuenta atrás se hace interminable. Esto es un maratón y desde luego nadie dijo que fuera a ser fácil.

La gente anima bastante y, aunque hay algunas zonas más desangeladas, en general se puede sentir que la ciudad sí apoya su maratón, y hay varios puntos con grupos musicales, cheerleaders y speakers que te animan por tu nombre.
El apoyo y ánimo de la gente es fundamental para los corredores; sin ellos no sería lo mismo.

Nuestras piernas comienzan a encender la luz de reserva.
Estamos casi en el kilómetro 40, y sabemos que el tiempo en meta va a ser muy bueno.
Vamos a bajar con creces nuestro tiempo de Lisboa y yo voy a superar también mi MMP de Barcelona.

Tras unos mentalmente durísimos kilómetros 40 y 41, ya que te cruzabas con los atletas que iban por delante de ti y te daban unas ganas terribles de ser uno de ellos para dejar de sufrir ya (jeje); bajamos por fin a la zona del río, donde una atmósfera azul (alfombra, arco y vestuario de las cheerleaders) te recibe y te grita que ya lo tienes, que estás en la recta de meta, que el Maratón de Düsseldorf te espera a 100 metros y que toca saborear todo lo entrenado desde el mes de Enero porque ha merecido la pena con creces.


Mi hermano ya va haciendo el vago y le "obligo" a apretar un poco para bajar de 3:32.
Finalmente, nos separamos y nos preparamos para cerrar esta increíble experiencia con nuestra clásica entrada, parando el reloj en un tiempo oficial de 3:31:55 y real de 3:31:21.






Hemos destrozado nuestras mejores marcas y cumplido con el objetivo fijado hasta el final, ya que hemos recorrido 42'63km a un ritmo medio de 4:58.

Nada más cruzar la meta nos abrazamos y unos voluntarios nos cubren con una manta térmica y nos cuelgan nuestra merecida medalla.

Tengo las piernas que no dejan de temblar y me duelen muchísimo. Además, estoy totalmente destemplado y tiritando.

El breve recorrido hasta la carpa donde estaban el ropero y el avituallamiento final es un auténtico calvario. Desde Madrid en mi primer maratón no había tenido las piernas así de cansadas.

Ya cambiados, nos ponemos morados a cerveza (sin alcohol), coca cola, isotónica y berliners, unos bollos rellenos de mermelada que entran sólos.

Tras estar sentados reponiendo fuerzas durante un buen rato, iniciamos el paseo de vuelta a nuestro hotel y que tiene un efecto reparador maravilloso para las piernas, que me dejaron de doler al instante y ha sido la vez que menos secuelas me han quedado en ellas.

Pues ya tenemos una muesca más en el revólver y una muy especial, además.
Extraordinaria experiencia la vivida este fin de semana, y un maratón muy recomendable para todos aquellos corredores que un año decidan no correr en Madrid a finales de Abril.

Ahora se inicia de nuevo la fase de buscar el próximo destino más allá de nuestras fronteras, pero eso ya será en el 2017.

En próximo maratón será el I Maratón de Burgos del 9 de Octubre, sin olvidarnos de ese increíble reto de 40km por la sierra de Riaza que nos espera el 4 de Junio.

DANKE, DÜSSELDORF!!






lunes, 25 de abril de 2016

CARRERA ENTRECASTILLOS


Última carrera antes de nuestro viaje a Alemania.
Desde que me descubrí esta carrera el año pasado por casualidad, enseguida me llamó la atención, y este año, al comprobar que la fecha de celebración nos venía de maravilla, le propuse a mi hermano participar en esta carrera a modo de entrenamiento final de cara a la Maratón de Düsseldorf, y enseguida aceptó.

Es una carrera diferente de las que se pueden encontrar por esta zona. 
Consiste en cubrir la distancia que separa los pueblos palentinos de Fuentes de Valdepero y Monzón de Campos, ambos con sendos castillos que dan nombre a la prueba.
Cada año un pueblo actúa como organizador, por lo que la salida y la meta van alternándose, comenzando en el castillo del pueblo correspondiente y finalizando en el mismo punto tras haber llegado al otro pueblo.
La distancia total es de algo más de 11 kilómetros.

Hasta este año se trataba de una prueba gratuita, pero la ínfima cantidad de 2 euros que pedían este año seguía siendo una invitación a todo amante de la carreras dominicales.

Llegamos a Fuentes de Valdepero con mucho tiempo.
El viento soplaba con bastante intensidad y daba una mayor sensación de frío, y el cielo completamente cubierto amenazaba lluvia.

Tras una rápida recogida de dorsales, nos damos una vuelta tranquilamente por la pequeña localidad que, además del mencionado castillo, cuenta con una iglesia y una ermita muy interesantes.

El speaker anuncia que en total seremos 400 corredores; 100 en las categorías de niños y 300 en la de adultos.
No está nada mal para ser una carrera modesta. Se nota la gran afición por el atletismo que hay en Palencia.

A falta de media hora para el inicio, vamos al coche a cambiarnos y a visitar los servicios del Ayuntamiento para dejarlo todo en orden. 

Nos colocamos en la Salida sin ninguna pretensión por buscar posiciones delanteras, pero aun así no íbamos a salir tampoco demasiado atrás.
Con anterioridad, el speaker y un antiguo corredor palentino (no recuerdo el nombre) comentaron la dureza del recorrido que tendríamos por delante.
El inicio de la prueba era un callejeo de unos 600 metros por las calles de la localidad, siempre picando hacia arriba.
La carretera hacia Monzón va en su gran mayoría en sentido descendente, lo que implica que a la vuelta haya que hacer unos 4'5km siempre hacia arriba y con el aire en contra, con mención especial al la denominada "Cuesta de la Miel"; una rampa muy exigente que va desde el kilómetro 8 al kilómetro 10, que te pilla ya con las piernas castigadas y, por si fuera poco, con el aire de cara.

Con esas premisas, se da el pistoletazo de salida y empezamos a correr.

El primer kilómetro nos lleva por las calles del pueblo en dirección a la carretera. Las calles son estrechas y la gente tiene las piernas frescas y con ganas de correr, así que decidimos ir tranquilos y no forzar demasiado.
Hoy la idea es ir muy tranquilos a un ritmo inferior al marcado para Düsseldorf (en torno a 4:40) y disfrutando de la carrera.

Así, marcamos el primer kilómetro en 4:34, lo que no está nada mal contando que era hacia arriba y no hemos forzado lo más mínimo.

La idea es mantener, pero ahora toca bajar esa última subida de 2 kilómetros que nos esperará a la vuelta, y las piernas empiezan a ir solas.
4:15 el segundo kilómetro, y teniendo que controlarnos para no ir más rápido.

Pero claro; estás en bajada, la gente te va adelantando... El cuerpo te pide correr.
Y sin darnos cuenta, parece que hemos quitado el freno y marcamos el tercer kilómetro en 3:58.
Ya está liada. Ahora no vale ya el volver a rondar el 4:30 - 4:40. Toca seguir dando caña.

Nos estamos acercando a Monzón, y tenemos por delante unos tres kilómetros llanos de entrada y salida del pueblo, pasando por el arco que marca la mitad de la carrera e iniciando el camino de regreso hacia el castillo de Fuentes de Valdepero.
Ese tramo de carrera lo cubrimos a ritmos en torno a 4:10, por lo que, sin ir a tope, sí vamos ya a ritmos exigentes.

Yo no voy bien.
Tengo un dolor que podría ser flato pero que se me va extendiendo por todo el costado derecho, y que me va doliendo cada vez que apoyo el pie en el suelo.
No me preocupa en absoluto por que sé que no es ninguna lesión ni nada raro, pero si sé que en esas condiciones, al ritmo al que vamos y lo que nos queda por delante, voy a sufrir bastante.

Salimos de Monzón y empezamos el tramo de dos kilómetros previo al comienzo de la durísima cuesta final.
Delante de nosotros tenemos dos pequeños grupos de corredores.
El viento sopla fuerte de cara y todos buscamos protegernos.
Parece la típica etapa del Tour en la que se forman abanicos por el aire.

De momento las distancias con ambos grupos se mantienen, pero ya acercándonos al kilómetro 8 estamos a punto de dar alcance al primero de ellos.
Hemos cubierto ambos kilómetros a 4:25, y nos acercamos al momento clave de la prueba.

Yo voy cada vez peor. El costado me duele mucho y cada vez que apoyo el pie me da un pinchazo. Además, el llevar varios kilómetros ya en esta situación me está provocando ganas de vomitar.
La verdad es que lo voy pasando mal, pero no quiero bajar el ritmo y tirar por tierra el trabajo hecho hasta ahora.

Y llegamos al temido kilómetro 8.
Por delante nos esperan dos kilómetros muy exigentes y con mucho aire en contra.



Mi hermano me dice que ha llegado mi turno, que marque el ritmo en esta subida. Sé que me lo dice porque en Segovia hubo alguna ocasión en la que me puse delante y marqué un poco, pero hoy voy muerto, y al escuchar sus palabras me acuerdo de sus queridos mamá y papá, aunque sean compartidos conmigo...

Haciendo un esfuerzo por no ducharme con lo que quedara del desayuno, empezamos a subir con fuerza y dejamos atrás al primero de los dos grupos.

La gente va sufriendo mucho, la verdad es que es un tramo duro de verdad.

Poco a poco alcanzamos al segundo grupo, donde se encuentra la tercera mujer.
Nosotros vamos más fuertes y seguimos adelante, dejando a todos los corredores del grupo atrás menos a esa mujer, que trata de agarrarse a nuestra estela.




Justo en el kilómetro 10 se gira a la izquierda y se inicia una bajada de casi un kilómetro hasta el pueblo.
Lo más duro ha pasado, y hemos completado los dos kilómetros de la "Cuesta de la Miel" a un ritmo de 4:46. Creo que, dadas la circunstancias, es para estar satisfechos.

Último kilómetro de carrera atravesando el pueblo y bajando por la calle mayor hasta girar a la derecha y afrontar la recta de meta en subida hasta la base del castillo.
Cubrimos este tramo en 4' justos, para marcar un tiempo de 47:09 y un ritmo medio de carrera de 4:17.
Sin duda se trata de un excelente entrenamiento final, ya que se trataba de una carrera dura y exigente.

Nada más cruzar la meta, necesito apoyarme en una valla y coger aire. He llegado al límite del vómito, realmente mal.
Ese minuto tranquilo me viene de maravilla y todos mis dolores y malestar desaparecen.

Allí nos dan un pequeño avituallamiento y una bonita camiseta conmemorativa.

Ambos quedamos encantados con esta prueba.
Trato muy cercano al corredor, recorrido diferente a lo que se está acostumbrado, y una carrera que se nota está hecha con mucho mimo y pensando en el disfrute de los atletas.

Ha sido un estupendo descubrimiento.

Ahora ya sí que llega el plato fuerte.
Düsseldorf nos espera!!!!









viernes, 15 de abril de 2016

MEDIA MARATÓN CIUDAD DE SEGOVIA


Una nueva edición de la Media Maratón de Segovia y, por tercer año consecutivo, yo ando bajo el acueducto con un dorsal en el pecho.

Lo he dicho los demás años: es mi carrera especial.
Es la razón por la que empecé con esta maravillosa afición, el recorrido y el ambiente que la rodean son inigualables, y Segovia es una ciudad que siempre irá unida a mí.

En cuanto se hizo pública la fecha en la que tendría lugar y vimos que era compatible con el calendario de mi hermano, no nos lo pensamos dos veces: inscritos desde el primer día.
Hace dos años ya compartimos juntos esta carrera, por lo que estábamos deseando repetir experiencia.

Se da la circunstancia de que, este año (y en los sucesivos), sería la primera vez que iba a disputar esta carrera sin estar viviendo allí. Obviamente el esfuerzo no es el mismo, pero Segovia y su media bien lo merecen. Como he dicho, no es una carrera más.
Quiero realmente que esta prueba sea "mi carrera". Quiero acudir siempre que las circunstancias me lo permitan y convertirla (que lo es ya) en una fecha marcada en rojo para mí, en una tradición.

A parte del aspecto lúdico de la prueba, para nosotros era la última tirada larga de cara a la Maratón de Düsseldorf que disputaremos en dos semanas, y con la que ponemos el punto y final a una preparación que ya dura desde Enero y que sin duda ha sido la mejor de cuantas hemos realizado hasta la fecha.

En Alemania vamos a dar una vuelta más al nivel de exigencia y, si en Lisboa el ritmo fijado era 5:20-5:30, en Düsseldorf el objetivo es movernos en la franja del 4:55-5:05. No buscamos un tiempo concreto en meta, simplemente mantener ese ritmo todo lo que podamos. Jamás romperemos nuestra primera e innegociable premisa maratoniana: para sufrir y mirar tiempos hay otras carreras; aquí el objetivo es disfrutar.

Por lo tanto, nos presentábamos en Segovia con la idea de correr a un ritmo exigente, pero ni mucho menos buscando nuestro límite. Trataríamos de acercarnos al 1:35, un registro que en este trazado ya no es ninguna broma (de hecho yo el año pasado hice 1:34:59 dando todo lo que tenía), y que nos haría completar un último entrenamiento de calidad muy positivo.

Mi amigo Alejandro nos había recogido los dorsales el Viernes, pero aún así decidimos pegarnos un madrugón considerable para llegar sin agobios.
Conozco muy bien la ciudad y sé que con los cortes de la carrera y la gran cantidad de coches que habrá ese día, puede ser bastante complicado el poder aparcar en un sitio no demasiado lejano.
Y resultó todo un acierto.

La carrera empezaba a las 10:30, pero a las 8:50, cuando estábamos entrando en la ciudad, ya se veían muchos coches aparcados y corredores por las calles, y el acceso al Acueducto, arteria fundamental de la ciudad, ya estaba cortado.

Conocer la ciudad fue de gran ayuda, y aparcamos sin problemas al lado de casa de mi amigo, a escasos 5 minutos de la Salida.
Teníamos una hora y media para estar tranquilos y relajados, hablando de nuestras cosas.
Eso siempre se agradece antes de correr.

Media hora antes de cañonazo de Salida, y en un alarde de vagancia por nuestra parte, bajamos hacia el Acueducto andando en vez de calentar un poquito.
Una vez allí, Alejandro se separa para colocarse en una buena posición y nosotros nos perdemos entre el "populacho runner".
Veo varias caras conocidas de padres de antiguos alumnos y excompañeros, con los que comparto unos minutos de animada conversación.
Siempre le gusta a uno volver a un sitio donde dejaste gente que te aprecia y que se acuerda de tí.

Ahora sí ya colocados en posición, me encuentro con los miembros de mi club que han venido a correr hoy aquí. Somos 6 en total, y dado la gente que suele moverse fuera de Valladolid, no está nada mal (aunque es cierto que dos de ellos son con los que entreno y han venido por el coñazo continuo que les he dado con esta carrera).

Climatológicamente hablando, no hay amenaza de lluvia (sí llovería ya por la tarde) pero sopla un aire bastante fuerte y frío.
Tenía pensado salir en tirantes y con los manguitos, pero al final decidí dejarme puesta la camiseta de manga corta, y no me sobró en ningún momento.

La carrera recorre todo la ciudad, y la variedad paisajística y monumental es insuperable.
A todo ello hay que añadir que cada persona presente en la ciudad sale al encuentro de los corredores, mezclándose familiares, residentes en la ciudad, restauradores que se toman un descanso en su trabajo, y turistas; todos ellos contagiados por ese ambiente único que tiene esta carrera.
Quién haya corrido aquí, entenderá de lo que hablo.

Ahora sí, cañonazo de salida y esto empieza.

El primer kilómetro es hacia abajo, pero la gran concentración de gente hace muy complicado el correr a un ritmo medianamente rápido.

En el kilómetro 2 comienzan las hostilidades, y la carrera nos dirige hacia la localidad de La Lastrilla y el barrio de El Sotillo, ambos extensiones de la ciudad.
Son dos kilómetros de subida continua que se hacen duros, ya que además es la parte más fea del recorrido.
Eso sí, con gran cantidad de gente animando e incluso una banda de dulzaineros locales amenizando el paso de los corredores.

A continuación, llega un tramo largo de bajada de aproximadamente un kilómetro que nos devuelve a la ciudad, acercándonos al barrio de San Lorenzo.

Poco a poco ya se puede correr con más espacio, pero sabemos que el tramo de San Lorenzo y de La Alameda es bastante estrecho, y en ocasiones forzamos un poco la máquina para adelantar grupos de gente e ir un poco más holgados.

El tramo del barrio de San Lorenzo me encanta. Es como correr por un pueblo dentro de la propia ciudad. La plaza de la iglesia, calles estrechas, puentes sobre el río Eresma y muchísimo ambiente hacen verdaderamente especial esta parte de la carrera.

Llegamos a la zona del río y recorremos el paseo de 700 metros de la Alameda del Parral, que discurre paralelo al río y que te hace desconectar por un momento de correr por un trazado urbano y disfrutar de un entorno natural realmente bonito.

Nuestro ritmo es bastante bueno, inferior a ese 4:30 que usamos como referencia, pero sabemos que lo duro está por llegar y que luego va a tocar apretar los dientes.

Tras la Alameda, una corta pero durísima subida de adoquines que hace mucho daño y que te rompe por completo el ritmo. Año tras año me sigue pareciendo quizás el punto en el que más sufro, junto con la subida de la iglesia de Santo Tomás (mi historia con esta rampa ya viene de lejos).

En este punto se encuentra la principal variación introducida este año en el recorrido: se hace todo el tramo del río en dirección a la Fuencisla y, tras completar el recorrido por el parque del santuario en la dirección opuesta, se afronta desde abajo del todo uno de los puntos más espectaculares de toda la carrera: la subida hacia el acueducto por Santo Domingo de Guzmán.

La distancia entre la Fuencisla y el Acueducto es de 1'5 kilómetros. No todo es subida, pero sí al menos un kilómetro, y la segunda parte, a partir de la rotonda, es muy exigente.
Cogemos un ritmo constante y vamos superando corredores, dejándonos llevar por los ánimos del público situado a ambos lados de la calzada.
Aquí la gente aplaude y anima de verdad. Saben lo dura que es esta carrera y se vuelcan con los corredores, que se sienten, nos sentimos, héroes por un día.
Impresionante esta subida y la vista del Alcázar en lo alto gobernando la ciudad.

En este tramo se encuentra el paso por el kilómetro 10, el cuál hacemos en 45' clavados.
De momento vamos al ritmo fijado, pero la segunda mitad es mucho más exigente, y nos va a costar mantener ese 1:35 en meta.
No nos preocupa en absoluto: hemos venido a disfrutar y a realizar una última tirada exigente de cara a la maratón, objetivos ambos más que cumplidos.




La curva final se nos hace un poco larga, pero justo a continuación llega el mejor momento de la carrera: la subida por una Calle Real que se ha convertido en un pasillo de gente agolpada que grita y aplaude sin parar el paso de los corredores.
Imposible que no se pongan los pelos de punta.
Si tuviera que elegir un sólo instante, un momento que represente el por qué me gusta tanto correr, sin dudarlo elegiría éste.

Los kilómetros que recorren el casco antiguo de la ciudad son espectaculares.
Los monumentos se suceden sin parar (Catedral, Judería, Alcázar, Casa de los Picos, montones de iglesias...) y la gente copa las calles, otorgándole a esta prueba un marco incomparable y una seña de identidad única.
La Media Maratón de Segovia es la carrera del Acueducto, de las subidas, del adoquín, de los monumentos; pero, sobre todo, es la carrera de la gente. 
Son ellos los que convierten esta prueba en una fiesta.
¿Quién ha corrido aquí y no recuerda a las mujeres que ofrecen naranjas en cestos a los atletas a su paso por la Catedral justo antes de entrar a la Plaza Mayor?
Ya forman parte de la carrera.


Bajamos de nuevo a la ciudad "nueva" y afrontamos el momento clave de la carrera.
Son tres kilómetros de subida continua subida que se hacen muy duros.
Las piernas están ya muy machacadas, debido a las constantes subidas y bajadas y al suelo adoquinado tan característico en muchos tramos de la ciudad.

Las hostilidades comienzan en la subida de la Iglesia de Santo Tomás (anteriormente ya he comentado lo mucho que se me atraganta) y finalizan tres kilómetros más tarde en la rotonda pasando el Arco de Madrid.
El punto más destacado de este tramo es sin duda la subida de José Zorrilla. Presenta posiblemente el mayor desnivel de todas las subidas largas de la carrera y es adoquinada, lo que, unido al estar ubicada en la parte final, la confieren una dureza significativa.
Además, ésta es una de las calles más importantes de la ciudad, por lo que es también un punto en el que se concentra gran cantidad de público.

Por fin llegamos a la rotonda e iniciamos un breve tramo de descenso (donde mi hermano, como hace dos años, me vuelve a pegar un tirón que me deja atrás. Menos mal que esta vez iba mejor de fuerzas, jaja) que nos llevará, tras un giro a la derecha, a afrontar, ahora sí, el último tramo ascendente de la carrera, pasando por la antigua cárcel y buscando la Avenida del Padre Claret. 

Quedan dos kilómetros, y ya vamos bajando como tiros buscando la línea de meta.
Llegamos al inicio del acueducto y corremos paralelos a él, para posteriormente cruzar por debajo de uno de sus arcos, realizar un breve callejeo y enfilar una abarrotadísima Fernández Ladreda.

Espectacular recta de meta corriendo por un pasillo vallado repleto de gente que anima sin para y con la visión en el horizonte de un Acueducto que cada vez está más cercano.
La emoción del momento casi hace imperceptible que es una larga recta que va siempre picando hacia arriba.

Veo el reloj y le digo a mi hermano que tenemos a tiro el 1:35.
Ya a punto de cruzar, hacemos nuestra clásica entrada y paramos el crono en un satisfactorio 1:35:39. Objetivo cumplido.






Nos abrazamos y nos colocan al cuello nuestra merecida medalla.

Nos reunimos con Alejandro y con mis compañeros del club, tras cambiar impresiones sobre la carrera, ponemos punto y final a la jornada con un festín en una hamburguesería que nos sabe a gloria.

¿Qué puedo añadir sobre esta carrera que no haya dicho ya?
Simplemente, que todo el que pueda debería venir a ser parte de esta gran fiesta del atletismo que es la Media Maratón de Segovia.
Si nada me lo impide, aquí volveré el año que viene.