lunes, 5 de junio de 2017

INTEGRAL DEL VALDECEBOLLAS


Esta es sin duda una crónica especial, ya que se trata de la primera sobre un maratón de montaña (el año pasado el Riaza Trail Challenge se quedó oficialmente en 40km).

Desde que empezamos a plantearnos el tema de correr más allá del asfalto, el Integral del Valdecebollas siempre ha llamado poderosamente mi atención. El norte de Palencia es una zona muy bonita, a la par que accesible desde Valladolid, por lo que tras debutar en estas lides el pasado junio en Riaza, este año teníamos claro que subiriamos el nivel con esta carrera.

Esta Integral tiene su sede en la localidad de Barruelo de Santullan, una pequeña localidad minera situada muy cerca de Aguilar de Campoo, con muy buena carretera.

El hotel de referencia es el Hotel Rural El Valle, alojamiento recomendado por la organización. Allí nos alojamos, y la verdad es que se ve que necesita un buen lavado de cara, pero el trato de los empleados y dueños fue excelente.

Situado a escasos metros de la salida/meta, fue sin lugar a dudas una estupenda opción.

Llegamos a Barruelo el sábado a la hora de comer. Tras instalarnos, comemos en la habitación y hacemos tiempo hasta la hora de recoger los dorsales.

A las 17h, una hora y media antes, salimos a dar una vuelta y estirar un poco las piernas.
Vamos encontrando tramos por los que pasará la carrera.

Se suponía que esa tarde iba a estar lloviendo, pero no cayó ni una gota, como pasaría también al día siguiente durante la carrera.
En esta ocasión sí que acompañó el tiempo, ya que se mantuvo nublado con temperaturas más agradables y llevaderas.

Ya con el dorsal, la pulsera con el chip (por la que había que dejar 20€ de fianza) y la camiseta conmemorativa de la carrera (muy normalita; tampoco se han "matao"); volvemos a la habitación a merendar.

A las 20h era la charla técnica en el salón de actos de la Casa del Pueblo, a la que decidimos acudir.
Allí nos explican cómo será el recorrido y los 8 tramos en los que lo han dividido.
Recuerdan también los tiempos de corte: 3h30 en la cima del Valdecebollas (km21) y 7h30 en línea de meta.



A priori, el primero de ellos asusta un poco.

Ya con todos los deberes hechos, de nuevo a la habitación a cenar y a descansar, que al día siguiente tocaban diana temprano.

A las 5:45 suena la alarma y nos disponemos a desayunar.
La carrera es a las 8, por lo que hay tiempo de sobra, aunque luego la realidad fue que el "sobra" fueron 5min.

Ya en el cajón de salida, pocos corredores (86 tomamos la salida en el maratón) y unas montañas totalmente cubiertas por las nubes.
La temperatura es estupenda para correr, aunque por arriba caerá bastante y puede hacer fresquito.

Esto empieza.

El primer tramo es desde el pueblo hasta una zona denominada Piscinas. Comienza con un recorrido por las calles de Barruelo y el inicio de una dura subida ya por el monte, por donde al final de la carrera haremos entrada de nuevo en la localidad.

Acabamos de empezar y no voy como me gustaría.
Estoy sudando demasiado y soy incapaz de seguir el ritmo que pone mi hermano. Ando muy despacio y me noto sin chispa.
Me digo a mí mismo que esto es muy largo y ya habrá momentos mejores.

Tras coronar por fin esta primera subida que se me ha hecho eterna, bajada hacia Barruelo para pasar de nuevo por línea de salida y tomar la senda a Brañosera, por donde discurrirá los siguientes kilómetros.

Mi hermano me espera justo antes de entrar en el pueblo, por lo que reanudamos la marcha juntos a un ritmo muy bueno.

Llegamos a las piscinas y comenzamos el segundo tramo: Piscinas-Pista Calero. Un tramo ascendente prácticamente en su totalidad por una zona de bosque preciosa y donde disfrutamos muchísimo.
Toca andar de vez en cuando, pero en general corremos casi todo el tiempo, buscando llegar al primer corte con las mayores garantías.

De momento las fuerzas y los ánimos están intactos, y completamos los primeros 10km de la carrera.

Tercer tramo: Pista Calero-Pamporquero.
Nuevo tramo ascendente con rampas más exigentes que poco a poco nos llevará hasta las praderas situadas a las faldas del Valdecebollas.

Seguimos corriendo cada vez que podemos. La mente está centrada en llegar a tiempo de pasar el primer corte, por lo que no podemos regalar nada.
Vamos en una posición bastante buena en carrera, lo que nos tranquiliza y nos anima a seguir así. Las cosas van muy bien.

Al llegar a las praderas de Pamporquero, tenemos a nuestra derecha una mole cuya cima desaparece entre las nubes, y vemos una hilera de corredores dirigiéndose lentamente hacia la misma.

Tras disfrutar de los últimos metros favorables en mucho tiempo, giramos a la derecha y comenzamos el cuarto tramo: Pamporquero-Valdecebollas.

Es el tramo decisivo; el que marca si continúas la carrera o termina todo.
Ante nosotros un cueston con un desnivel muy fuerte donde no queda otro remedio que subir como buenamente se pueda.

Otra vez vuelvo a dar señales de debilidad, y me voy quedando atrás respecto a mi hermano.

Tras llegar al final de la subida, empiezan a pasarnos un sinfín de corredores, mucho más duchos en estos temas que nosotros y que son capaces de avanzar mucho más rápido en los tramos donde no se puede correr.

Es lo que nos toca y venimos mentalizados: aquí somos intrusos que se han colado en una fiesta donde no deberían estar, pero eso lejos de intimidarnos nos motiva aún más para seguir derribando metas y completando retos con un entrenamiendo de andar por casa.

En el avituallamiento del final de este primera subida, decido ponerme el cortavientos, ya que la temperatura ha caído considerablemente.

Mi hermano me espera y continuamos juntos, pero será un espejismo.
Hoy no tengo fuerza en la piernas y vuelvo a quedarme de manera irremediable.

No me planteo pedirle a mi hermano que me espere más. Ahora sólo cuenta llegar al corte de la cima, y no pienso arriesgar que lo consiga por mi culpa.

Reordeno mi cabeza con esta nueva situación que me toca vivir y cojo un ritmo que me permite seguir avanzando de manera constante.

La niebla es muy densa y no se ve a escasos metros, por lo que muchas veces pierdo contacto visual con mi hermano.

Se avanza muy despacio y es un tramo bastante duro, sobre todo mentalmente.
Hace viento, no se ve nada y se nota la presión por llegar a tiempo a la cima.

Por fin, el punto geodesico del Torreón, como los locales llaman al Valdecebollas, aparece entre la niebla, y llegamos en 3h09, con 21min de margen. Veo que mi hermano por delante lo celebra y yo también siento un enorme alivio.
Ahora ya sabemos que tenemos 4h30 para llegar a meta, y comienza una carrera nueva.



Lo que también comienza es el quinto tramo: Valdecebollas-La Collada.
Este tramo es durísimo, ya que se inicia con un descenso por tramos de roca suelta y puntiaguda que hacen que por menos de nada pises mal o te vayas al suelo. Esto último fue lo que le sucedió a mi hermano, afortunadamente sin consecuencias más allá de un buen golpe.

Después de tanto tiempo de subida, la cabeza está deseando bajar, pero este descenso es realmente incómodo y técnico, y te obliga a ir con cien ojos.

Por si fuera poco, al acabar este descenso se inicia otra subida hacia La Collada, un pico vecino del Valdecebollas que supera los 1.900m.

Los tramos 4 y 5 son realmente duros, con mucha subida, cresteo y descensos bajo una densa niebla y con un terreno que en cualquier momento te puede dar un disgusto.

Por fin, tras coronar La Collada, se inicia un descenso bastante pronunciado hacia Salcedillo, donde dejamos atrás las piedras y la niebla.









El subidón moral el importante, y bajamos siguiendo la valla hacia el siguiente avituallamiento, que se visualiza aún en la lejanía.







Como la felicidad nunca es completa, las uñas de mis pulgares me recuerdan que esto no va a ser tan fácil.
La verdad es que ya venía con una fastidiada,  y los continuos golpes y tropezones recibidos en el tramo anterior han acabado por hacermelas polvo.

De aquí al final no serán las piernas o las fuerzas las que me condicionen la carrera, si no las uñas y una ampolla que se me ha ido formando en el talón derecho.

Se me hace imposible seguir a mi hermano en el descenso y en poco tiempo abre un hueco enorme respecto a mí. 

En el avituallamiento volvemos a reagruparnos, pero él ya se verá condenado a echar el freno para no dejarme atrás.
Es una auténtica lástima que tanto hoy como hace un año en Riaza no haya rendido a la altura de lo esperado. Por unas o por otras, al final siempre acabo siendo un lastre, y odio esa situación.

Ya en el mencionado avituallamiento decido quitarme el cortavientos, que ya me iba sobrando mientras descendía. 

Todavía queda un tramo favorable por praderas hasta llegar a Salcedillo, donde dará comienzo el sexto tramo: Salcedillo-Cortafuegos.

El tramo comienza con una subida de 3km por un bosque precioso en el que la leyenda cuenta que habitan hadas y demás seres fantásticos.

La verdad es que con paciencia y a un buen ritmillo damos cuenta de esta primera parte ascendente para, a continuación, comenzar un contínuo descenso por el bosque de 4km hasta el avituallamiento situado en el km37 al inicio del cortafuegos.

Este tramo es realmente bonito, con continuos cruces del río y un suelo cubierto de hojas, rodeados de árboles y de un verdor que sin duda convierten el paisaje en uno propiamente salido de un cuento.

Sin embargo, para correr es un tramo que se nos atraganta hasta el extremo. Aparecen de nuevo los fantasmas de La Gurriana: agua y barro.

Y, de nuevo también, somos incapaces de correr. Avanzamos lentisimo, y no vemos la hora de terminar ya este tramo.

No sé que nos pasa, pero con agua y barrizales nos bloqueamos y no somos capaces de correr y atravesarlos sin tener cuidado.
Nos pesa aquí más nuestra experiencia como senderistas que como corredores de montaña 
Poco a poco habrá que ir cambiando el chip.

Por fin, llegamos al avituallamiento, y ante nosotros se presenta una durísima subida, primero por un cortafuegos y luego por el bosque, que nos llevará hasta un parque eólico situado en lo alto de la montaña que teníamos enfrente.

Estamos a 5km de meta, pero estos 3 de subida son realmente duros.
Las piernas y la cabeza van bastante tocadas, y el enorme esfuerzo que supone semejante subida a estas alturas de carrera y tan cerca de meta hace que sea realmente duro seguir adelante.

Además, por nuestra mente va rondando la idea de que no entraremos dentro del tiempo marcado por la organización, pero nos decimos el uno al otro que llegados hasta aquí nadie nos va a privar de completar el recorrido.

Tras una penitencia interminable, el organizador de la carrera nos anima desde lo alto y nos da agua. La verdad es que este simple gesto tiene un valor anímico enorme, ya que pocos metros más arriba llegamos a los molinos e iniciamos el descenso final de 2km hasta la meta.

Ha sido realmente duro pero ya lo tenemos.
Sentimos una gran alegría además de saber que sí entraremos dentro del tiempo establecido.

Eso sí, la bajada es un auténtico calvario para mis pies. El dolor de la ampolla y sobre todo de las uñas hacen que cada paso sienta un dolor muy intenso y que se me lleguen a saltar incluso las lágrimas. 

Mentalmente era insoportable, tener la meta tan cerca y un recorrido para volar y tener que ir paso a paso sintiendo un dolor horrible cada vez que apoyaba el pie.

Desesperante 

Las casas y calles de Barruelo se abren por fin ante nosotros, y ahora sí que lo hemos conseguido.

Por fin tenemos el arco de meta ante nuestros ojos y, tras 7h09 de esfuerzo, por fin certificamos que hemos superado el reto del Valdecebollas.



No ha sido nada fácil, la verdad. Carrera mucho más exigente que la de hace un año, pero realmente bonita y bien organizada.

Nada más llegar, me lanzo a quitarme la zapatilla derecha y aliviar un poco mi pie derecho, que ya llevaba suplicandome clemencia desde hacía un buen rato.





Estamos fundidos; el esfuerzo ha sido muy grande, pero la sensación de satisfacción es inmensa y compensa con creces todas las penurias vividas durante las horas anteriores.




Estupenda carrera esta Integral del Valdecebollas. Exigente, bonita y con un recorrido muy variado. Organización impecable y un buen precio de inscripción (28€ no federados). Quizás una bolsa del corredor un poco más decente sería el único aspecto a mejorar, porque por lo demás es una carrera de 10.

Ahora aún correre dos carreras más antes del parón veraniego. Un trail de 26km y 1.000m+ y la Media Maratón de Burgos junto a mi hermano serán el punto y final para este fantástico primer semestre de 2017.

Y el segundo se presenta también muy interesante; pero ya iré hablando de él más adelante.

De momento, a disfrutar de haber añadido este carreron a un historial que cada vez va teniendo mejor pinta, y que me sigue pareciendo increíble si me lo dicen hace 4 años.

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