Esta carrera surgió en los momentos previos a la salida de la Monumental de Segovia, y desde ese momento he tenido unas ganas enormes de que llegara el día de correrla.
Me apetecía descansar de tanto asfalto y no correr preocupado de ritmos y tiempos.
Mis experiencias anteriores en carreras de este tipo (Llano del Beal y La Granja) me habían encantado, así que tenía puestas muchas expectativas en esta carrera.
Cuando supe que mi compañero de fechorías runeras me acompañaba a Riaza (gracias, una carrera más, Alejandro) llamé a mi hermano y le propuse hacer una escapadita de fin de semana por tierras segovianas con esta carrera como guinda. Y, por supuesto, aceptó encantado.
Ya estaba montada la expedición, y esta vez estaría acompañado por mis dos escuderos: el charro-segoviano y el murciano-pucelano. Mejor imposible.
¿Imposible? Pues resulta que mi novia Sara se apunta también al viaje, lo cual le da al evento un toque insuperable para mí. Mi hermano, mi novia y mi mejor amigo. Uno para todos, y todos a Riaza (perdón por el intento de chiste...jaja).
El Domingo a las 8 suena el despertador en la mansión de los Marcos Pascual. Arriba!!
Hace una día espléndido: cielo azul y un sol que amenaza con calentar bastante, así que hoy toca correr en manga corta.
A las 9:15 pasa a recogernos Alejandro, y cinco minutos más tarde se nos une Sara. Ya estamos todos, y Riaza nos espera.
Por delante, unos 75km. Los dorsales se recogen de 10 a 11, por lo que vamos sobrados de tiempo, como a mí me gusta.
Llegamos a Riaza sobre las 10:30, y nos dirigimos al ayuntamiento para la retirada de dorsal, chip y bolsa del corredor. Esta última consistente en: calcetines técnicos Lurbel con el nombre de la carrera, camiseta de algodón, naranja, coca cola, agua y barrita energética.
Vuelta al coche a cambiarnos (donde incomprensiblemente soy acusado de lento...) y ya con el dorsal puesto vamos a la plaza mayor, donde se encuentran la salida y la meta.
El rato se va pasando entre bromas y risas, hasta que avisan a los corredores para que nos fuéramos colocando en la zona de salida. Unos 200 corredores listos para subir a Riofrío de Riaza y volver. 13´5km con muchas cuestas por delante. Vamos!!
Los dos primeros kilómetros son por el pueblo. Ya hay alguna calle que pica para arriba. La gente sale muy emocionada, pero yo sé que estas carreras son muy largas y las fuerzas que gastas ahora se pueden echar en falta después. Decido emplear este recorrido urbano como calentamiento, y paso el primer kilómetro en 4:50. Cogiendo sensaciones.
Por fin, salimos del pueblo y cogemos el sendero que nos llevará a Riofrío. A partir de aquí empieza mi carrera, y decido olvidarme del reloj y correr por sensaciones. No sé lo que me voy a encontrar, por lo que marcarme ritmos de paso por los diferentes puntos kilométricos carece de sentido.
Desde el km 2 hasta el 6 más o menos, se sigue una senda estrecha con mucha piedra y algo de barro y de agua, siguiendo en todo momento el cauce del río. Es un tramo sin grandes subidas (salvo una entre el km 4 y 5), pero el terreno es incómodo y cuesta coger un ritmo constante.
Llevo varias semanas entrenando precisamente este tipo de trazados, y me da sus frutos. En estos kilómetros subo muchas posiciones, y mis zapatillas de trail Joma (somos pobres, jeje) están respondiendo muy bien.
Sobre el km 6, se produce un cambio de terreno: ahora la senda es mucho más ancha y no hay piedras ni barro, pero comienzan las rampas de verdad.
La primera subida de consideración es la que nos lleva a Riofrío de Riaza. Serán unos 600 metros aproximadamente con un fuerte desnivel. Este tramo se hace en ambas direcciones, y la senda está dividida en dos por una cinta. Se sube al pueblo, se callejea unos metros y se baja por donde se ha venido, con avituallamiento de agua de por medio.
Antes ya había visto a varios corredores andando, pero esta rampa hace aun más daño y veo como los dos corredores que me preceden comienzan a andar completamente desfondados.
Yo voy bien, sufro pero aguanto sin mucha dificultad, y el agua del avituallamiento me sabe a gloria, porque el calor ya apretaba bastante.
Ahora se afrontan esos 600 metros en bajada, para de nuevo tomar otra fuerte subida que nos llevará al km 10 y punto más alto de la carrera.
A estas alturas de la prueba, no tengo rivales por detrás, y sólo veo a dos por delante.
En esta subida me voy acercando cada vez más al primero de ellos, hasta alcanzarlo justo arriba del todo.
Por delante, 2km de bajada muy pronunciada y un sólo corredor a la vista. Y por detrás, el vacío.
Este tramo de bajada me cuesta casi más que cualquier subida. Voy bastante incómodo y doy un par de traspiés, afortunadamente si mayores consecuencias.
Los 2km los hago en paralelo del corredor que había cogido al final de la subida, y recortamos poco a poco la distancia con el único corredor que teníamos a la vista, hasta alcanzarlo al final de la bajada.
La carrera parece que ya ha terminado: estamos de nuevo en Riaza. Sin embargo, aun falta un último repecho durísimo y bastante largo antes de llegar a meta.
Las fuerzas ya van muy justas en el terceto que hemos formado, y comenzamos a subir corriendo en paralelo.
En ese momento, me vienen a la mente esas clásicas imágenes de etapas de montaña en el Tour de Francia con esos ataques que dejan clavados a los rivales y cubren de gloria al ganador. Y me vengo arriba.
Me digo a mí mismo que no quiero ser el último de los tres, y que lo voy a probar.
Sé lo mucho y bien que he entrenado y sabía que era mi oportunidad. Siete días atrás había corrido 1h 23 por un terreno muy similar y unas cuestas también muy parecidas junto a mi hermano, y ahora había que ponerlo en práctica. No quería un sprint penosillo en recta de meta (los odio). Lo quería a lo grande. Quería sentirme un Alejandro Valverde (paisano de Murcia, por cierto).
Y arranco.
La gente que había allí me empieza a animar y aplaudir con fuerza, en especial una señora, que me grita: -"vamos el de azul, vamos campeón!!-". Como en el Tour. Me vengo arriba y tiro más y más. Me siento grande, invencible, nada puede pararme. Corono el repecho, mirada atrás y veo que voy sólo. Está hecho. Un breve callejeo por el pueblo llevado en volandas por los aplausos y ánimos de la gente y entrada en la plaza mayor con un tiempo de 1:04:57 y en el puesto 38 de la general.
Nada más entrar, veo a Sara entre el público y corro a darla un beso. Ella tiene muchísima culpa de que disfrute tanto con esta afición, y para mí no tiene precio el poder agradecérselo con un beso. Qué menos!.
Gracias de verdad, Sara. Por lo que aguantas y por tu apoyo incondicional. Y, en menor medida, por las fotos, jaja.
Me reúno con Alejandro, que ha llegado un minuto y algo por delante en el puesto 26, y esperamos a mi hermano, que llega en 1h 09 y cerrando el equipo en el puesto 64.
Un grandísimo resultado para todos y un día sencillamente perfecto.
Carrera muy bonita y 100% recomendable. Buen ambiente y un pueblo volcado con la prueba y los corredores. Apuntada para una futura repetición.
Finalmente, vuelta a Segovia a reponer fuerzas en un kebab junto al acueducto. Un gran final.
Espero que este equipo vuelva a unirse en muchas más ocasiones, porque he disfrutado como nunca.
Próxima parada en 7 días: los 15km del Maratest de Alcorcón.
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